Cada año miles de estudiantes se quedan a las puertas de poder cumplir su sueño: estudiar Medicina. Una carrera que cuenta con la nota más alta de todas las licenciaturas que se cursan en Málaga y España. Durante los dos años de bachillerato, los futuros médicos se preparan a conciencia para poder cursar la licenciatura y después dan todo de sí para sacar la máxima nota en Selectividad.

Después, el camino que les espera no es fácil: seis años de teoría y tecnicismos que ponen a prueba su memoria y su constancia. Si van a curso por año -algo que no siempre ocurre- terminan la titulación con 23 o 24 años y después se preparan para el conocido como examen MIR, en el que el expediente académico se pondera a un 10% mientras que el examen contabiliza el 90%. Tras alcanzar la especialidad deseada entre las 47 posibles, trabajan en un centro sanitario entre tres y cinco años donde compaginan docencia y asistencia. En total, una década entregados a los libros y a su vocación.

Pero la crisis económica y los ajustes que están llevando a cabo las distintas administraciones han hecho que estos jóvenes vean su futuro tambalearse. Muchos de ellos -los que se encuentran en los últimos años de residencia- van a emigrar al extranjero porque no hay salidas laborales en España: ni en la pública ni en la privada.

Por eso, más de quinientos jóvenes están en huelga indefinida en la provincia desde el pasado lunes. No temen los recortes en sus nóminas por no ir a trabajar y tampoco a las represalias que en contados casos han denunciado.

Mario Corredera afirma que durante su época de estudiante vivía con 500 euros, por lo que hacerlo así durante el tiempo que continúe la huelga no le importa. Asegura que por no tener la nota deseada para cursar la carrera en Málaga, tuvo que irse a Zaragoza. Seis años de becas y más de doce horas de estudio de lunes a viernes para ser psiquiatra. Ahora trabaja en el Hospital Clínico, donde atiende a pacientes de salud mental. «Las citas cada vez se dilatan más. A una persona con psicosis no puedes verla cada cuatro meses, sino cada mes», lamenta.

Sin embargo, no todas las áreas están sufriendo retrasos. Estos días de huelga, Miren Itziar, una paciente de Carlos Haya, afirma que no le han afectado a sus horas de diálisis. Sin embargo, cree que los residentes deben luchar por sus derechos tras haber estudiado tantos años.

Juanma Sánchez se enfrentó a miles de compañeros en el examen de MIR para lograr una plaza de residente de traumatología. Además, denuncia que a su trabajo de asistencia se suman más de dos horas diarias de formación. Por eso, su principal reivindicación es que se les reconozca su labor de investigación. Con 29 años muestra preocupación por su futuro laboral, ya que es residente de último curso. Cree que a lo máximo que puede aspirar es a cubrir vacaciones o como mucho a algún contrato al 75%.

José, recién jubilado, no entiende que los médicos residentes se pongan en huelga pese a tener trabajo y tener sueldos por encima de la media. «Mucha gente quisiera estar en su situación», asegura en la puerta de Carlos Haya, mientras explica que su mujer lleva horas esperando a que la atiendan.

La pérdida retributiva no es lo que más les preocupa, aunque también se quejan de ello. Pero Laura Ferreras, en su tercer año de residencia en pediatría en el Materno Infantil, afirma que se encuentran en situación de precariedad laboral como numerosos españoles. «Nos preparamos el MIR, que es como unas oposiciones. Quien aprueba, tiene una plaza fija. Nosotros no». Como todos sus compañeros, agradece el esfuerzo extra de los médicos adjuntos que están trabajando más horas y haciendo tareas que no les corresponden para que los usuarios del sistema de salud no perciban la huelga. De hecho, varios de ellos explicaron ayer a este periódico que aunque trabajen más y apenas den abasto, entienden las reivindicaciones de los MIR, que son casi las mismas que las suyas -como la aplicación de las 37,5 horas semanales- a excepción de la formación.

Pero los residentes malagueños se quejan de que la Administración está paliando las deficiencias sanitarias con su trabajo. Conforme pasan los años de residencia, adquieren más responsabilidad y en los últimos atienden sin supervisión, por lo que denuncian que la Junta se ahorra cada año contratar a médicos gracias a sus horas prácticas.