Rafael Vara tiene grabada para siempre la fecha del 27 de mayo de 2009. No todos los días un malagueño estrena casa y barrio, pero ese fue su caso. «Eché la solicitud, no lo tenía muy seguro y al final me tocó», cuenta. Rafael, su mujer y su hijo habían accedido a una vivienda social de La Caixa levantada en la antigua finca de Soliva aunque ese día de mayo, sólo un bloque estaba terminado: el suyo. Además, estrenaba la calle Catedrático Cristóbal Cuevas, que homenajea al catedrático de Literatura Española de la UMA, así como la calle Ramón Ramos García -el creador del Ateneo de Málaga- a la que también daba su bloque.

Durante un año, hasta la llegada de más vecinos, los inquilinos de este solitario bloque tuvieron como única compañía el bosque de grúas y el trasiego de los camiones. Un contraste total con el anterior barrio de Rafael, La Luz, al que llegó, también de alquiler, en 1978. «Como la pensión nos la están recortando cada vez más, me fui porque esto es más barato», explica.

El primer vecino de Soliva, cuenta, estuvo en muchos sitios viviendo antes de llegar a La Luz, incluido el Sahara Español, donde pasó una mili complicada, por la situación política. A la hora de comparar La Luz con Soliva, cree que su anterior barrio está «mejor servido», aunque le gusta más el nuevo «porque es más saludable».

Eso sí, Rafael Vara se muestra muy crítico con esa falta de servicios de Soliva que evidencia, a su juicio, un largo historial de carencias.

«El barrio está muy dejado, totalmente abandonado, dicen que va a ser el más grande de Málaga pero no sé cuándo».

Una de las faltas más evidentes es la de una línea de autobús que pase por el centro del barrio. Como recuerda, en la actualidad el único autobús que llega al barrio, la línea 23, pasa por Navarro Ledesma, en el límite sur de Soliva y además se trata de una línea con poca frecuencia. «El sábado fui al médico a la barriada del Cónsul y estuve esperando el autobús una hora justo», destaca.

Y a Rafael Vara, como jubilado, le gusta disfrutar del tiempo libre dando paseos, pero está complicado en un barrio que, por muy novedoso que sea, no cuenta con bancos para sentarse. «Aquí no hay nada, ni bancos, ni kioscos donde comprar un paquete de tabaco ni cabina de teléfono, esto está dejado de la mano de Dios», resume.

También hace un repaso a otras necesidades y el balance es igual de negativo: «En todas las barriadas te encuentras parques, cosas para hacer gimnasia y para que jueguen los niños. Aquí no hay nada y han pasado ya tres años y medio».

Este pionero de Soliva se suma además a los vecinos que piden al Ayuntamiento y a la Junta la preservación de la laguna de Soliva, casi tan nueva como el barrio y que se encuentra al lado de su bloque. De momento, los intereses urbanísticos priman sobre los ecologistas. Rafael Vara llegó el primero a Soliva y desea que el barrio deje de ser la zona menos equipada de Málaga. Es la otra cara de estrenar un barrio en esta ciudad.