Parecía imposible que los encargados del belén de la Catedral de Málaga pudieran hacerlo mejor que el año pasado y, sin embargo, es probable que lo hayan conseguido. Un nacimiento grandioso, y no sólo por el tamaño de las imágenes, sino por el ambiente de recogimiento, por la atmósfera, que es capaz de crear y que permite al visitante adentrarse en la escena, vivirla en primera persona y prácticamente asistir a tres sesiones que marcaron el nacimiento de Jesús, según los Evangelios: el portazo más famoso de la historia; a un debate palaciego en un salón del trono; y a una entrañable estampa familiar, ya en la casa de Nazaret.

Tres escenas de Navidad diferentes a las representadas el pasado año, aunque manteniendo la esencia, el buen gusto y el rigor evangélico e historicista, bajo la coordinación de Esirtu Group y con la dirección artística de Miguel Ángel Blanco y Rafael de las Peñas, archicofrades de los Dolores de San Juan. Ellos se han encargado de transformar romanos, apóstoles y sayones en pastores, reyes magos o esclavos de la dinastía herodiana. Para ello, han vuelto a recurrir a la colaboración de las cofradías, que en unos casos han cedido sus imágenes secundarias y en otros, algunos ropajes y enseres, aunque la mayoría de los utilizados pertenecen al patrimonio del Primer Templo, así como el mobiliario.

Un gran teatro del misterio de la Natividad recreado con un catálogo de las firmas de los más destacados imagineros del siglo XX y XXI, como Luis Álvarez Duarte, Castillo Lastrucci, Dubé de Luque, Juan Manuel García Palomo, José Martín Simón, Navarro Arteaga o Juan Vega, que ha cedido una Virgen y un niño de su taller para completar la tercer escena, y que no pertenecen a ninguna corporación nazarena.

El belén, situado en el trascoro de la Catedral, ocupa un espacio de 300 metros cuadrados. Las cofradías de la Pollinica, Salutación, Dulce Nombre, Rescate, Sentencia, Cena y Monte Calvario se han sumado a este proyecto con la cesión de tallas secundarias de sus grupos escultóricos. La mayoría repite del pasado Adviento. Otras se estrenan en esta grandiosa obra. A ellas, hay que sumar las cofradías de Dolores de San Juan, la Estrella y la hermandad del Rosario de Santo Domingo, que han aportado material de atrezzo. En el montaje también han colaborado el Ayuntamiento de Málaga, en concreto, a través del área de Servicios Operativos y Parques y Jardines, así como el Corte Inglés, Iluminaciones Ximénez, ABN Construcciones y Orfebrería Dimaluz.

El belén, al que se accede por la fachada principal de la Catedral, en la plaza del Obispo, puede visitarse de lunes a domingo, de 10.30 a 14.00 y de 17.00 a 20.30 horas. Los días de Nochebuena y Nochevieja, el horario de apertura comienza a las 10.30 horas y cerrará a las 14.30, mientras que en Navidad y Año Nuevo, sólo abrirá por la tarde, de 17.00 a 20.30 horas.

Al mediodía de ayer se celebró el el acto de inauguración y bendición, a cargo del obispo, Jesús Catalá, con la asistencia de otros representantes del clero, como el vicario general y deán de la Catedral, Alfonso Fernández-Casamayor o el delegado de Cofradías, Francisco Aranda. También acudió el presidente de la Agrupación, Eduardo Pastor y otros hermanos mayores de cofradías colaboradoras. Y, por supuesto, los artífices del belén, orgullosos del buen trabajo realizado.

Juán Carlos Estrada, de Esirtu, explicó que, con motivo de la conmemoración del Año de la Fe, las dos primeras escenas han querido reproducir, precisamente, dos reacciones de quienes no la tuvieron y rechazaron el mensaje de Salvación del Mesías: el posadero y Herodes.

Así, la primera que se encuentra el visitante es a San José y la Virgen embarazada, que no encuentran sitio en la posada (Lucas 2, 1-7). Están en la puerta y se les niega cobijo porque está llena. «¿Le hace sitio nuestro corazón al Señor?», se preguntaba ayer el obispo.

La segunda puede que sea las más espectacular. Los Magos de Oriente llegan al Palacio de Herodes tras ser llamados a consulta al preguntar por el Niño (Mateo 2, 1-12). La gran puerta de la Encarnación, la principal de la Catedral de Málaga, sirve de telón de fondo a un espacio profusamente decorado con ánforas y cálices y un altísimo candelabro de siete brazos. Las imágenes se reparten sobre el suelo alfombrado mientras un esclavo sirve bebida al monarca de Judea.

La tercera y última escena muestra a la Sagrada Familia, ya en su casa de Nazaret, tras la Huída a Egipto. La Virgen aún aparece recostada y San José arrodillado, ante el Niño recién nacido, mientras unos pastores se aproximan (Mateo 1, 22-23).

El obispo insta a poner el buey y la mula. Durante el acto de bendición del belén de la Catedral, el obispo, Jesús Catalá, hizo referencia a la últimamente controvertida presencia de la mula y el buey en el pesebre. El prelado animó a mantenerlos en el portal, porque es una tradición. «Una tradición posterior a los Evangelios, en los que ya sabíamos que no aparecían», destacó. De hecho, Catalá aprovechó para dar un tirón de orejas a quienes han publicado que el Papa pide su eliminación, «cuando precisamente en su último libro sobre la infancia de Jesús, dice lo contrario». El obispo, revestido de capa pluvial, leyó en su teléfono móvil el párrafo exacto en el que el Santo Padre pide, expresamente, que ninguna representación suprima a estos animales, que hacen alusión a la profecía de Isaías, del Antiguo Testamento.