No hay año tranquilo para el metro de Málaga, un proyecto que, por su complejidad, ha sufrido numerosos vaivenes, retrasos y dudas en todo su proceso. El año 2012 no ha sido una excepción. Las elecciones autonómicas tenían congelado el proyecto. Pero los resultados, con la consiguiente coalición entre el PSOE e IU para gobernar, llevó aparejada una pequeña revolución interna con la entrada de IU en mayo en la Consejería de Fomento con Elena Cortés. La segunda mitad del año ha sido de replantear el proyecto, adaptarlo a la realidad económica y financiera de la administración autonómica y establecer un nuevo calendario que, de nuevo, se compromete como definitivo.

Una de las primeras acciones de Cortés fue asegurar la continuidad de las obras del metro de Málaga y la terminación del proyecto. Esta inversión fue marcada como prioritaria en un momento en que la Consejería de Fomento acometía drásticos recortes en su plan de inversiones. Sin embargo, eso supuso tres consecuencias claves. Una fue el compromiso de retomar en julio las obras en el tramo Renfe-Guadalmedina, que estaban paralizadas por falta de fondos desde hacía meses. Los vecinos y comerciantes, en una intensa campaña de protestas, consiguieron la atención necesaria para que no se olvidara que Callejones del Perchel estaba abierta en canal.

De forma paralela, se replanteó el calendario de obras para el metro. La inauguración de la llamada ´V´ formada por las líneas 1 y 2, con el vértice en la estación de Renfe, se volvió a retrasar a finales de 2013, descartando el calendario comprometido por la anterior consejera, Josefina Cruz, de inaugurar el 80% del trazado para febrero de 2013.

Con ese nuevo calendario cerrado, las obras de construcción en la línea 1 -la línea 2 estaba prácticamente terminada- avanzaron a buen ritmo durante la segunda mitad de este año. Las vías se empezaron a instalar en noviembre y la adquisición y suministro del material de las estaciones estaba en marcha en diciembre. Además, se abrió el proceso de selección del grueso de la plantilla, 95 puestos de trabajo que recibieron más de 32.000 solicitudes.

El gran cambio llegó con el replanteamiento del último tramo (Guadalmedina-Malagueta), que la Junta propuso hacer en superficie para abaratar costes y facilitar su ejecución técnica. A cambio, se comprometió a continuar con la obra hasta El Palo, haciendo la línea 3 en superficie. El Ayuntamiento de Málaga se opuso desde el principio a esta alternativa, insistiendo en que se cumpliera con lo prometido y se construyera el último tramo bajo tierra aunque se retrasara un poco la ejecución.

La entrada de Elena Cortés llegó aparejada modificaciones del organigrama, con el cese de Enrique Salvo Tierra como gerente de la Oficina del Metro en Málaga.