­Nunca una victoria fue tan dolorosa. Ni una derrota fue tan dulce. El eterno candidato de la oposición, el popular Javier Arenas, rozó la presidencia de la Junta de Andalucía el pasado 25 de marzo. Pero sólo fue eso, un leve roce que no sirvió para nada a los populares porque, a pesar de obtener un porcentaje mayor de votos, se quedó a cinco escaños de obtener la mayoría absoluta, por lo que dejó vía libre a los socialistas (47 diputados) para unirse en Gobierno con IU (12 diputados).

El desgaste de los ciudadanos por las reformas del Gobierno central no ayudaron al candidato popular a poner punto y final a treinta años de socialismo andaluz, mientras que el presidente, José Antonio Griñán, también notó el cansancio de la población ante una política menos cercana a los problemas. Así las cosas, la gran protagonista de aquella jornada del 25-M fue la coalición de izquierdas liderada por Diego Valderas, que obtuvo el doble de diputados con respecto a las elecciones de 2008.

La investigación judicial alrededor de los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) irregulares y la campaña electoral del PP-A, centrada en la corrupción dentro de las filas socialistas de la Junta, y su intento de tomar distancia de las políticas de recortes de Rajoy no sirvieron para arrebatarle el bastón de mando al PSOE-A y a Griñán le dio buen resultado retrasar la convocatoria de elecciones autonómicas para que éstas no coincidieran con las generales. Eso sí, la participación aquel día experimentó una bajada del 10% con respecto a 2008, cuando sí coincidió con los comicios nacionales.

Gobierno de coalición Estos resultados dejaron claro el próximo movimiento de ficha. Por primera vez, Andalucía cuenta con un Gobierno de coalición formado por las dos fuerzas de izquierda que se presentan como una de las pocas manchas en el mapa nacional que no se pinta de azul y que lucha contra las políticas del Gobierno central. IU pactó con el PSOE-A, no a cualquier precio. Exigió la vicepresidencia, tres consejerías y la creación de una comisión de investigación sobre los ERE. La cual resultó un fracaso.

Aquel 3 de mayo de 2012, día de la investidura de José Antonio Griñán como presidente de la Junta y Diego Valderas como vicepresidente, ya se sabía que iba a ser una legislatura complicada en continua confrontación con el Ejecutivo de Rajoy. Así ha sido en temas como el dinero aportado a través del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), la asistencia sanitaria a inmigrantes, la aplicación de tasas judiciales o la subasta de fármacos.

Arenas, por su parte, no tardó en echar un paso atrás dirección a la cúpula nacional. Cedió el puesto de presidente del PP-A a Juan Ignacio Zoido y se marchó con la cabeza baja a los brazos de Mariano Rajoy.