Un hombre de 57 años y con problemas económicos se quemó ayer a lo bonzo a unos metros de Carlos Haya, según informaron al 112 las personas que le auxiliaron en la calle. Al hospital ingresó muy grave, con el 80% del cuerpo afectado con heridas de tercer grado que hacían temer por su vida.

Los hechos ocurrieron antes de las 18.00 horas, sesenta minutos después de ser atendido en el mismo hospital por encontrarse bastante desorientado y tras pasar por el quiosco que Francisco Nieto posee junto a la entrada del centro sanitario. El empresario, que asegura conocer a la víctima como cliente, explicó que lo vio más triste de lo normal. «Le pregunté qué le pasaba y me contestó que lo de siempre. Me pidió un paquete de tabaco y un mechero y se marchó», dijo Francisco, quien añadió que el herido estaba en el paro y tenía problemas económicos desde hacía tiempo.

No obstante, la Comisaría Provincial de Málaga indicó a última hora del día que trabajaba en la identificación del herido, aunque no descartaban que se tratara de «A. M. A., al parecer un indigente conocido en la zona».

El hombre enfiló la anexa calle Ciprés, lateral al hospital y en dirección a la casa en la que según el quiosquero el hombre vive con su mujer y sus hijos en la barriada de San Martín. Pero cruzó la carretera, caminó 50 metros y se sentó en un poyete blanco que delimita una urbanización y la calle para fumar un cigarro. Minutos después, una bola de fuego sorprendió a la fila de taxistas que esperaban su turno al otro lado de la calle. Allí estaba Juan Antonio, que cortó su conversación telefónica para socorrer al herido. «Otros compañeros llegaron antes con agua, lo tiraron al suelo y apagaron las llamas», indicó el taxista, que añadió que la víctima permaneció impasible, mirando al infinito y sin gritar. «Le dijimos que se tumbara, que rodara, pero tuvimos que tirarlo, no se quiso ni mover», subrayó. Juan Antonio quedó impresionado por la rapidez con la que se propagaron las llamas, ya que apenas tardó unos segundos en cruzar y ya no quedaba rastro de la chaqueta roja que llevaba ni de los vaqueros. Para Juan Antonio y sus compañeros, la única explicación es que el hombre utilizara algún acelerante, aunque los investigadores no encontraron indicios que confirmaran esta hipótesis, según fuentes oficiales de la Policía Nacional, que también dejaron abierta la posibilidad de que se tratara de un accidente. Los taxistas tampoco encontraron botes con productos similares, aunque sospecharon que podría llevar impregnada la ropa desde antes de sentarse en el poyete.

Sobre las 18.00 horas, los taxistas telefonearon al servicio de emergencias 112, que movilizó a la policía y a una ambulancia que lo trasladó a Carlos Haya. Fuentes del centro sanitario explicaron que ingresó en estado muy grave en la Unidad de Cuidados Críticos y que las primeras valoraciones estimaron que tenía el 80% del cuerpo quemado y que las heridas son de tercer grado.

De confirmarse el motivo económico de esta tragedia, sería el tercer caso que se produce en la provincia de Málaga en menos de un mes. El pasado 13 de diciembre, una mujer de 56 años con importantes problemas económicos murió en la barriada de Los Corazones tras lanzarse desde el cuarto piso en el que vivía con su madre, completamente discapacitada, tres días después de recibir una orden de embargo.

La fallecida dejó escritas varias cartas justificando su decisión e indicando el destino que quería para su madre, que finalmente fue ingresada en una residencia de ancianos de El Palo.

Dos días después, el sábado 15 de diciembre, otro hombre de 47 años se quitó la vida en su residencia de la localidad malagueña de Ardales como consecuencia de la difícil situación económica por la que estaba pasando. El fallecido, casado y con dos hijos de 22 y 25 años, llevaba varios años sin empleo y, aunque había tenido algunos «trabajillos puntuales», según señalaron algunos vecinos, no fueron suficientes para mejorar su maltrecha situación económica. Aunque inicialmente se especuló con que iba a ser desahuciado por su banco, la entidad lo negó y aseguró que ambas partes habían alcanzado su acuerdo satisfactorio por el que se cambió la deuda hipotecaria del fallecido por un alquiler social mucho más asequible.