La fatalidad acompañó a la Cabalgata de los Reyes Magos prácticamente desde el inicio. La carroza número 7, la primera de las participantes del distrito de la Cruz del Humilladero, atropelló a un niño de seis años, que perdió la vida cuando se abalanzó en busca de un caramelo. Una estampa de lo más habitual con el desenlace más triste posible, que pone en cuestión el dispositivo de seguridad que el Ayuntamiento establece para esta comitiva. Un total de 175 agentes de la policía local intervinieron ayer en la Cabalgata y hasta quince personas velaron por la seguridad de cada una de las carrozas, entre ellas un policía local y dos voluntarios de Protección Civil.

El concejal delegado de Seguridad del Ayuntamiento de Málaga, Julio Andrade, explicó ayer a La Opinión de Málaga que, por un lado están los que encargan de regular el tráfico en el Centro. Son la mayoría de los efectivos, un total de 141 de los 175 que trabajaron ayer, además de 45 efectivos de Protección Civil y dos ambulancias e Cruz Roja. Otros participan en el plan de emergencias de la Cabalgata que, sobre todo, se encargan de controlar los accesos y facilitar las evacuaciones en caso de emergencia, ya que son miles las personas que se concentra en las calles al paso de Sus Majestades de Oriente. La Cabalgata es, sin duda, el evento que se celebra en Málaga que más presencia policial requiere, según fuentes municipales consultadas por este periódico. Las dificultades en materia de seguridad son notables.

En el caso de la carroza que ayer sufrió este accidente, y que no pudo continuar en el cortejo al ser inmovilizada, contaba con el dispositivo habitual. Julio Andrade explicó que entre los doce voluntarios que participaban en la seguridad, la mayoría padres u otros familiares de los niños que viajan sobre ella arrojando caramelos a los espectadores, «había dos mandos de la Policía Local y un guardia civil». «Todos los voluntarios van con chaleco reflectante con la leyenda Ayuntamiento de Málaga», precisó el edil de Seguridad.

Los voluntarios protegen las ruedas del coche, van delante y detrás de cada carroza, en los dos laterales. Su misión consiste expresamente en evitar que ningún niño se meta entre las ruedas, como pasó ayer por desgracia.

«En este caso había más seguridad que en otros años, ha sido una desgraciada fatalidad. Ha pasado todo en un segundo. La rueda de la carroza le pasó por encima de la cabecita y medio cuerpo», se lamentó ayer Andrade, que insiste en que la carroza iba a un «ritmo despacio». «Parece que se escapó de la mano de la madre, según dijo ella mismo», concluyó el concejal.