Fernando, que vive en la avenida Plutarco del Romeral, explica que el abogado «nos comentó que por vía administrativa, por el Ayuntamiento, la cosa iba para largo, para 10 años y nos aconsejó ir a juicio». Su comunidad de propietarios ha denunciado por vía penal a los dos bares de copas que tiene justo debajo por ruido.

«Estamos en pleno proceso judicial esperando que el juez adopte medidas cautelares si lo estima oportuno», señala, aunque subraya que no se trata de un problema aislado, sino de algo global que afecta al Romeral, «porque en 400 metros hay unos 14 o 15 bares de copas y estamos temiendo que dos restaurantes que se traspasan terminen siendo otros dos bares de copas».

Fernando cuenta que sus pisos tienen doble acristalamiento y a pesar de eso, «sigo sin poder vivir y sin poder dormir» e indica que las pruebas de sonido encargadas por la comunidad «triplican lo que dice la ley, por eso creo que la insonorización no es la adecuada».

El que tenga dos bares de copas con terraza debajo, ya devalúa en 20.000 euros su vivienda con respecto a otras de la zona sin ese problema, calcula.

Y el problema, señala, ha hecho ya que cuatro vecinos hayan cambiado de barrio, decisión que también tomará Lydia, que vive en otra parte del Romeral. «Tengo el mismo problema, recogen a las dos de la mañana y me despierto por partes, así que me voy, tiro la toalla porque después de cuatro años en esta zona ya no aguanto».

También Rocío, otra vecina del Romeral, padece los ruidos de los bares de copas, con el añadido de problemas de tráfico por coches en doble fila y descargas de los camiones. «Tengo una niña con un carrito y cuando cruzas te la juegas», explica.

Fernando, por su parte, señala que muchos de los carteles de pisos en venta y en alquiler son de vecinos que no soportan el nivel de ruido del barrio.

Virginia Martín Simino, vocal de Medio Ambiente de la asociación de vecinos del Romeral, es una de las dos personas que en su bloque de la avenida Plutarco ha presentado una denuncia judicial contra el bar de copas que tiene debajo y también ha pedido el cierre cautelar del establecimiento.

Algunos vecinos han colgado pancartas en contra de los ruidos en la fachada y el pasado 4 de diciembre el Ayuntamiento realizó unas mediciones del nivel sonoro que creen, supera el permitido. «Vivo en un cuarto piso y escucho el arrastrar de los barriles de cerveza y por las noches gente pegando voces en grupo cada vez que salen», cuenta José López, vecino de este bloque, que dice que tampoco puede dormir la siesta los jueves porque coincide con la descarga de barriles de los camiones, mientras Virginia Martín Simino explica que los vecinos del primer piso, «es como si el bar estuviera dentro de su casa y en el dormitorio de su hija se escucha la música, la televisión de la sala y los pasos de la gente».

Para Fernando, «el Ayuntamiento tiene que mojarse y quitar las terrazas porque esto es una zona residencial».

Reacciones

Antonio Fuentes, gerente de la asociación de comerciantes del Romeral, cree que el ruido se trata de un problema «de nuestra cultura», «pues hablamos de bares que tienen las licencias de apertura necesarias y la insonorización necesaria para esa licencia». A su juicio, faltan «medidas de concienciación» pero insistió en que «no se puede culpar de todo a los dueños de los bares». Fuentes, que dijo que el derecho al descanso del vecino «está por encima de todo», recordó la campaña contra el ruido de la asociación el pasado agosto y lamentó que Medio Ambiente no respondiera «a un proyecto para trabajar juntos», aunque sí destacó el apoyo del distrito de Teatinos y su concejal.

Por su parte, la concejala de Medio Ambiente, Ana Navarro, informó de que pronto saldrá el nuevo mapa de ruidos «y me imagino que después de tantas denuncias y mediciones que hemos hecho (El Romeral) se va a declarar acústicamente saturada, por lo que no habrá nuevas licencias de apertura».