Rusia se ha enamorado de Málaga. El flirteo empezó hace cuatro o cinco años, pero se ha convertido en una relación en toda regla. Varios datos lo demuestran: el número de viajeros de esa nacionalidad que llegaron a Málaga a través del aeropuerto creció un 26,3% en 2012; las pernoctaciones en hoteles aumentaron casi un 14% y casi 3.700 personas conforman una de las colonias más alegres y vertebradas de las existentes en la Costa del Sol. Pese a que la Costa Brava y el Levante español nos llevan la delantera en cuanto a la captación de turistas rusos, el litoral malagueño se convierte en una alternativa sólida con dos notas predominantes: los rusos que vienen aquí tienen un mayor poder adquisitivo que los que visitan Cataluña o Alicante; y muchos de ellos se instalan aquí con sus familias, mientras ellos atienden los negocios en Rusia.

¿Qué buscan? «Ellos buscan un buen clima e infraestructuras de calidad, aunque el hecho de que un destino pertenezca a la Unión Europea es muy atractivo, porque tener aquí una casa, más el permiso de residente, les permite moverse», dice Ricardo Sánchez Bocanegra, presidente de la Federación de Extranjeros de la Costa del Sol.

Este experto explica que muchas madres se instalan aquí con sus hijos mientras sus maridos atienden los negocios en Rusia. Hay un avión diario entre Málaga y Moscú, que siempre viene lleno. En el triángulo de oro que abarca Marbella, Estepona y Benahavís, han florecido los colegios internacionales. Con el aeropuerto a tiro de piedra. «Los maridos van y vienen y sus familias trasladan su residencia aquí», dice. Son una comunidad muy activa, organizan numerosos eventos y su poder adquisitivo es medio-alto. El clima es para ellos fundamental.

Los destinos preferidos son Cataluña y la Comunidad Valenciana, amén de Canarias. Y eso, dice Sánchez Bocanegra, hay que arreglarlo con «promoción y vuelos directos». Para ir a San Petesburgo, otra de las grandes ciudades, hay que hacerlo vía París o Viena. «Los catalanes se mueven mucho. El otro día, en un avión, vi la revista de Aeroflot y tenía en portada una foto de Barcelona», precisa.

Aquí invierten, fundamentalmente en productos inmobiliarios, aunque también en restauración, negocios de importación-exportación de vino o aceite, compran y alquilan locales, tienen lavanderías o parking..., la casuística es enorme. «Lo más frecuente son amigos que se quedan en casas de amigos, se enamoran de Málaga y se compran aquí una casa», dice.

Ricardo Arranz, presidente de la Federación Andaluza de Urbanizadores y Turismo Residencial, asegura que los inversores rusos son los más activos desde hace un lustro y el mercado tiene mucha capacidad de crecimiento. «Las inversiones más importantes en casas de uno a diez millones de euros, todo el estocaje que había en esa horquilla ha ido a parar al mercado ruso». Hacen falta más promoción, aclara, y más vuelos directos. «Con marketing y la cobertura adecuada tendríamos muchas posibilidades de crecimiento». Se queja, como Sánchez Bocanegra, de las trabas que se ponen a estas inversiones y se les hace difícil la estancia por las renovaciones de visados.

Arranz se queja, por ejemplo, de que la ley que preveía el permiso de residencia para quien comprase una vivienda aún no ha salido. Pide exenciones e incentivos fiscales para los inversores.

De la misma forma lo ve José Prado, presidente de la Asociación de Promotores y Constructores de la Costa del Sol (APC). «Los permisos de residencia están muy condicionados a visitas turísticas», señaló y criticó que Hacienda haga un seguimiento al residente en España, porque ha de dar cuenta de las propiedades de otros países. «El Gobierno no legisla para traer inversión, sino para ahuyentarla». «En Málaga no tenemos altos hornos ni industria, sólo turismo, y ese turismo va unido al residencial. Gastamos mucho dinero en promocionar el destino. Muchos fidelizan la costa como lugar de residencia. Para los de la UE no es un problema, pero hay muchos mercados emergentes como el chino, el ruso, que está en auge desde hace un lustro, o el catarí, con los que el Gobierno debe dar el do de pecho», reflexiona. Su mensaje final es que hay que eliminar las trabas.

Asegura que el ruso es un mercado muy completo, que «el inversor ruso es perfecto. Viene a asentarse». El año pasado compraron 300 casas con una inversión media de 350.000 euros. Muchos de ellos son de clase alta, habitualmente los que adquieren las viviendas más valiosas.

Irina Orizi es redactora del semanario ruso MK y de la revista La Vida Linda, que edita para todo el país desde Fuengirola la empresa Comunicaciones Rusas en España, y confirma este interés. «En Rusia la vida es más dura. Aquí hay buen clima y posibilidades de negocio». Esta empresa, por ejemplo, organiza un baile de las flores o el baile navideño benéfico. A lo largo del último año organizó hasta doce eventos.

@saumartin