Las vistas son las de una Málaga imaginada por Cecil B. De Mille, una superproducción con Alcazaba árabe, Teatro Romano, piletas para el gárum, Judería, el museo del pintor más famoso del mundo y una Catedral inconclusa, sin olvidar el barroco de la iglesia de San Agustín.

Un emplazamiento privilegiado que, sólo en teoría, malagueños y visitantes disfrutan desde finales de 2010, cuando finalizaron las obras de rehabilitación paisajística de esta ladera cargada de historia, una obra encargada al arquitecto malagueño Iñaki de la Fuente, presupuestada, informa el propio arquitecto, en unos 600.000 euros y costeada por el plan Feil. El elemento principal de la obra son unos caminos y miradores de acero cortén dispuestos en trinchera para hacerlos «invisibles» desde fuera, explica Pérez de la Fuente, una intervención que ha quedado finalista en un reciente concurso andaluz de Arquitectura.

El pasado martes, en la comisión de Cultura, el concejal socialista Manuel Hurtado pidió la apertura al público de esta nueva zona de Málaga y la reparación de los actos vandálicos, que por desgracia abundan, así como más medidas de seguridad. «Estamos privando a los malagueños y turistas de este paseo y de estas vistas», lamenta.

Fuentes de la Junta de Andalucía confirman a este diario la mucha frecuencia con la que el vigilante del Teatro Romano (monumento que es competencia de la Administración autonómica) informa de celebración de botellones justo arriba, en el nuevo paseo a los pies de la muralla de la Alcazaba, lo que se traduce en pintadas, vómitos y cristales rotos. Y como apunta Iñaki Pérez de la Fuente, el destrozo de parte de la barandilla del mirador sobre el Teatro Romano -uno de los tres con los que cuenta- lo que ha dejado un importante hueco por el que puede caber (y caer) una persona.

La comisión de Cultura aprobó remediar los actos vandálicos y limpiar los grafitis pero rechazó abrir la zona al público.

La obra en sí ha sufrido varios parones porque la primera empresa, Hexa, sólo realizó un 15% del proyecto y se retiró, siendo sustituida por Volconsa, empresa que ha sufrido importantes baches económicos, y ahora el proyecto se ha topado con los vándalos. «Aguantó 7 u 8 meses sin que nadie entrase, lo que me parece un tiempo récord pero poco a poco fueron viendo que no pasaba nada y empezaron con el botellón», detalla Iñaki Pérez de la Fuente.

El concejal socialista Manuel Hurtado lamentó en este sentido la «falta de mantenimiento», que también puede observarse en las plantas que asoman por los muros de la Alcazaba y que pueden terminar acabando con paños enteros de muralla.

Para Hurtado, la solución, aparte de la necesidad de una limpieza previa, mantenimiento y medidas de seguridad para evitar accidentes, debe ser la apertura al público de este balcón a la «milla de oro de Málaga». A este respecto, las mismas fuentes de la Junta apuntan que podrían organizarse visitas concertadas y guiadas para evitar problemas.

El proyecto contempla tres accesos por la ladera (Mundo Nuevo, calle Pozo del Rey y calle Cilla), aunque los dos primeros están cerrados y la Junta y el Ayuntamiento comparten llave para esta última entrada junto al cine Albéniz.

Con respecto al cierre del camino por Mundo Nuevo, Pérez de la Fuente se muestra muy crítico con el Ayuntamiento, que ha colocado una puerta hecha con gavillas de hierro, a su juicio algo más que una chapuza: «Sólo ha faltado romper una botella y pegarle cristales, es una salvajada y demuestra que la involución también existe».

El arquitecto, que pidió la retirada de la puerta, recordó que esta zona «no es la calle Larios», sino el entorno paisajístico de la Alcazaba y el Teatro Romano, por lo que también pidió que pueda accederse a ella con visitas guiadas. A su juicio, estos casi dos años y medio de no apertura son, como decía el arquitecto Mies van de Rohe, «el reflejo de una época», en este caso la del «desconcierto», de ahí que critique el «desastre administrativo» que ha causado esta situación.