El golpe mortal asestado esta semana a la estructura del clan Polverino, uno de los grupos más activos y peligrosos de la camorra napolitana, confirma una vez más a nuestro país como pasillo natural para abastecer a Europa de la droga que se produce o viene por la ruta africana. Como la competencia es feroz y los intermediarios cuestan mucho dinero, las grandes mafias europeas llevan años demostrando que la mejor inversión es montar una delegación en España, a ser posible cerca de Marruecos, y la Costa del Sol es el lugar ideal de estos grupos organizados.

Los grupos mayoritarios y mejor asentados son, según un veterano de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco), los británicos, prácticamente en el litoral desde los años sesenta, cuando decidieron dejar de utilizar a los españoles como mano de obra barata dentro de sus operaciones de narcotráfico y encargarse ellos mismos de los pequeños detalles. «La costa es ideal para ellos. Viven en urbanizaciones en las que únicamente hay británicos, disfrutan de un clima increíble y pasan casi desapercibidos», explica el agente.

Asentamiento de italianos

Tras los británicos llegaron las organizaciones holandesas, francesas, rusas y, por supuesto, las italianas, cuya presencia consta a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado desde mediados de los años ochenta. «El boom de pizzerías en la Costa del Sol en los años ochenta no fue una casualidad. Muchos mafiosos italianos se asentaron en litoral y montaban restaurantes por todos lados», recuerda el investigador, aunque reconoce que las cosas han cambiado mucho desde entonces. La finalidad de unos era esconderse de la justicia italiana y, otros, se vieron obligados a montar estructuras para transportar a sus territorios droga desde Marruecos, ya que los grifos del abastecimiento de Líbano y Afganistán se cerraron con sus respectivas guerras.

Desde entonces, la presencia de estos capos ha quedado demostrada con un incesante goteo de detenciones de muchos de sus miembros, y no precisamente en situaciones que demuestran la discreción del que quiere pasar desapercibidos. En algunos casos, se comportan como si estuvieran en su barrio. Como Ciro Figaro, el capo napolitano del clan Mazzarella que fue detenido en Marbella en 2010 y que en el momento del arresto tenía secuestrado al hijo de un capo rival.

O como Massimiliano D’Aria y Domenico Panella, dos de los treinta detenidos en España el pasado martes. Fueron sorpremdodos en un piso de Marbella durante una juerga de más de doce horas en la que participaron varias prostitutas.

En este caso, D’Aria y Panella , acusados de ser los lugartenientes en España de Giuseppe Polverino, encarcelado desde el año pasado tras ser detenido en Jerez de la Frontera, no trabajaban en una pizzería para dar el pego. Según fuentes de la Guardia Civil, la vida de estos italianos consistía básicamente en organizar los puntuales transportes de hachís a su país por carretera e invertir parte del dinero de la organización en el sector inmobiliario. El resto de su abundante tiempo libre lo dedicaban a vivir como reyes. «El perfil de los camorristas suele ser más escandaloso que el de un narcotraficante inglés. A la mafia, además de serlo, le gusta parecerlo», concluye el veterano de la Udyco.

Llegan los estonios y los lituanos

A las organizaciones criminales británicas (inglesa e irlandesa), holandesas, francesas, rusas e italianas se suma últimamente la presencia de grupos de procedencia estonia y lituanos. Así lo asegura una fuente policial, que de nuevo habla de la droga y el dinero como la razón del asentamiento. En este sentido, el agente señala que, cada vez más, estos grupos se decantan más por la Costa del Sol como un lugar en el que invertir y lavar el dinero procedente del marcotrático. «La droga es un negocio perfecto. No necesita publicidad, el consumo es constante y el margen de beneficio, brutal», explica el agente. Además del hachís que se produce en MArruecos, el investigador destaca cómo África se consolidad como ruta de la cocaína que parte desde Sudamérica.