Nieto de un pastor granadino enamorado de la energía eléctrica, Gerardo Cuerva, es la cabeza visible de las pequeñas distribuidoras del país. Un sector que aglutina a más de 200 empresas con casi 500.000 clientes y al que últimamente se le emborrona más que nunca el camino hacia la luz. Especialmente, por los recortes de la administración, que podrían agravarse, insiste, con la nueva reforma de la ley.

González en Iberdrola. Pizarro en el PP. Últimamente se percibe mucho tango de ida y vuelta entre la alta política española y las multinacionales del sector.

Efectivamente es llamativo que las multinacionales se hayan convertido en un refugio de la política. Yo no hablaría tanto de conspiraciones, pero sí de la sintonía y cercanía clara que han tenido todos los gobiernos hacia estos grandes conglomerados. Una proximidad que a veces les impide ver la realidad de la distribución. Pedimos al Gobierno que haga al menos el esfuerzo de dialogar y contar con nuestra opinión.

El congreso anual de CIDE se celebra esta semana en Málaga. ¿Por qué Andalucía?¿Piensan ahogar sus cuitas en la Costa del Sol?

La asociación siempre ha estado muy ligada a esta tierra. De hecho, fue fundada en Granada. El peso de las distribuidoras andaluzas es muy alto. De las 230 entidades que forman parte de CIDE, 62 están radicadas en esta comunidad. El congreso es itinerante y esta vez los andaluces hicimos piña para traérnoslo a Málaga.

El Gobierno está a punto de dar a conocer las líneas maestras de su proyecto de reforma energética. ¿Qué esperan de la nueva ley?

Nos tememos una propuesta difícil y, en cierta medida, no puede ser de otra manera por la situación económica que pesa sobre el país. Supongo que la respuesta será aumentar aún más los recortes. Y además en plan café para todos, lo que no es justo.

El ministro Soria dice que el déficit tarifario no será compensado con la factura. Además, acusa a las eléctricas de querer hacer pagar los platos rotos al consumidor.

Al ministro le hemos escuchado en más de una ocasión la pretensión de que el problema sea compensado a tres bandas, lo que implica el esfuerzo de las compañías, los consumidores y el propio Gobierno. Sin embargo, todo parece indicar que la implicación del Estado no será tan fuerte y el peso recaerá en las empresas y en los clientes. Al final todos tendremos que pagar por un déficit que obedece a una mala planificación política. Especialmente, en el asunto de las renovables.

¿Se ha equivocado la administración con la política sostenida de subvenciones?

Nosotros, que somos empresas centenarias de la distribución, no estamos en contra de las renovables. Lo que sí nos oponemos es a una mala planificación. Es una cuestión de economía doméstica. Ha sido un tema que no se ha acotado bien. Se han contratado muchos más megavatios de los que se podía y eso ha generado un problema económico.

¿Cómo afectarán los recortes al consumidor? ¿Habrá consecuencias indirectas por la pérdida de rentabilidad de las empresas?

Sin duda cualquier recorte afecta a la calidad del suministro. Y no por revancha, sino por una cuestión de capacidad de respuesta. Si las distribuidoras pierden dinero pierden también la posibilidad de seguir invirtiendo y eso es peligroso en un sector que necesita constantemente en sus instalaciones mantenimiento y actualización. Si se confirma la dirección de la reforma se añadirá a otros recortes que ya hemos sufrido. Sin ir más lejos, la de 2012, en la que el Gobierno bajo un 10% su aportación. Esto no sólo nos deja a nosotros en un lugar difícil. El ministerio no puede dejar que se destruyan empresas centenarias que son las que, además, dan la cara y llevan la energía a las zonas rurales. Entre otras cosas, porque la infraestructura eléctrica es básica y sin una buena red no hay oportunidades de seguir creciendo y de que nuevos negocios turísticos o de otro tipo vengan a España dispuestos a invertir.

Andalucía, precisamente, ha pedido al Gobierno que renueve su red. Calcula que la demanda crecerá un 17 por ciento.

Ojalá fuera verdad. La demanda, de momento, no crece. Pero si lo hiciera únicamente a 1 por ciento sería arriesgado esperar a que lo hiciera para ampliar las estaciones. Hay que entender como funciona el sector; las estaciones deben hacerse antes de que se produzcan las nuevas exigencias por que de lo contrario el sistema puede llegar a fallar. Y eso hay que tenerlo muy en cuenta. Sobre todo, si se quiere llegar con opciones de progreso al final de la crisis.