Está por ver qué le dirá nuestro alcalde a los vecinos de Soliva en las próximas municipales si se decide a visitar el barrio. Esta semana acaba de rechazar la principal petición de estos, respaldada por una docena de colectivos de todo tipo del distrito del Puerto de la Torre: proteger la nueva laguna de Soliva. Incluso habían creado a finales de mayo una plataforma.

La comisión de Urbanismo no ha querido complicarse la vida y con el voto en contra de la oposición, los votos populares bastaron para mandar la laguna, simbólicamente, a hacer gárgaras.

Para sostener esta postura contraria a los vecinos, se han apoyado en dos informes de la Junta y uno del Ayuntamiento que restan valor medioambiental a este esperanzadora avanzadilla de la Naturaleza, aunque su origen sea artificial:la extracción de arcilla.

Claro que los tres informes también decían cosas muy interesantes que no se han tenido en cuenta. El primer informe de la Junta, fechado en marzo, pedía que se hiciera un estudio hidrogeológico, mientras que el segundo, del mes siguiente, comentaba que si el Ayuntamiento decidiera conservarla podría ser «un parque urbano».

En cuanto al informe municipal, de julio del año pasado, señalaba que si bien el valor ambiental era «poco significativo», también recordaba que se debía a su «reciente creación» (es de 2009-2010), por lo que consideraba que merecía un seguimiento para ver si se consolidaba.

Vista la pasada comisión de Urbanismo, no caerá esa breva. Tampoco es plan de molestar a los propietarios de estos terrenos, dos inmobiliarias, encima que resisten en el actual erial de la construcción.

Habrá que recordar que aunque Woody Allen insista en que Mozart, cuando sólo contaba dos años enseñó a andar a su padre, hubo que esperar a los seis para que el niño prodigio empezara a componer piezas dignas de elogio y, según parece, con la preciada ayuda de su progenitor.

La laguna de Soliva no parece que vaya a tener ni la oportunidad de crecer unos años. Tampoco hay que sorprenderse. En España el Medio Ambiente siga siendo una maría, un molesto obstáculo para que los Ayuntamientos sigan haciendo negocio con la tierra. Como apunta el histórico del Turismo malagueño Rafael de la Fuente en sus agudísimos artículos de los sábados, ya estamos viendo de qué va la broma con la nueva Ley de Costas. Mientras, los borradores de la Ley de Montes que se están cociendo permiten recalificar terrenos incendiados de titularidad pública, aunque sea con carácter excepcional, lo que sin duda supondrá un nuevo desembarco de los hunos, pese a que nunca fue un pueblo muy marinero.

En esta línea tan española de sensibilidad medioambiental por encima de todo y apoyo a nuevos espacios naturales hay que encuadrar la comisión de Urbanismo de esta semana. De haber mantenido una postura parecida en décadas anteriores hoy no tendríamos ni la desembocadura del Guadalhorce ni laguna de la Colonia de Santa Inés.

El problema será, claro, qué les dirá nuestro alcalde a los vecinos de Soliva en próximas elecciones tras este chasco. Ya se les ocurrirá algo a los asesores.