La vocación le llegó a Juan Manuel Pascual, nacido en el sanatorio Gálvez de Málaga en 1967, desde bien pequeño, y eso que sus padres eran de letras. De ahí su pasión por la filosofía y la literatura.

¿Es el doctor Pascual el eterno estudiante?

Estuve diez años formándome en EEUU antes de tener mi propio laboratorio. Cuando uno empieza compite con otros grupos de investigación, así que más vale estar bien preparado y demostrarlo con publicaciones científicas.

¿Le gustaría volver a casa e investigar en España?

Si la situación cambiase y hubiera un interés serio, sí. Tengo montones de ideas y no todas necesitan de una financiación prohibitiva, ni mucho menos. Pero tendría que haber un cambio en el ambiente, en la estructura y en la voluntad.

Después de tantos años investigación, ¿tiene algún caballo de batalla?

Sí, y todos los días me lo planteo. No comprendo qué es lo que dota al ser humano de la capacidad de la sentencia, de la capacidad de la autorreflexión, de dónde viene. Porque animales y personas estamos hechos del mismo material, pero sólo las personas tenemos la capacidad de reflexionar sobre nosotros mismos y los demás. Puede que haya que empezar de cero, porque puedes apoyarte en muchos pensadores, ellos también fallaron. Sólo se me ocurren teorías científicamente válidas después de leer textos de filosofía.

¿Se ve dando clases de Filosofía en la Universidad de Málaga?

Sí, pero sería una filosofía no confesional, sin contenido ideológico, lo cual ya sería una primicia en la Universidad de Málaga.

Escribir cinco proyectos de investigación en apenas seis meses no le debe dejar mucho tiempo para disfrutar de su familia.

Mi mujer es la que realmente trabaja duro en mi casa. Tener un hijo es mucho más complejo que investigar. Yo creía que entendía de niños, pero no sé nada. Ella, sin embargo, lo hace todo bien. Eso sí, cuando íbamos a venir a Málaga me pidió que sacase algo de tiempo para estar con ellos y con mi madre, que no fueran todo entrevistas y conferencias. Pero ya ayer [por el lunes] me dijo: siempre es igual, pero no pasa nada. Todo está bien.