En Estados Unidos, un país en donde sobra el sitio y de faltar, ya emprendieron en su día aventuras coloniales en Hawai, Alaska o los Mares del Sur para trasladar excedentes, cualquier espacio abierto suele estar ocupado por maizales. A los americanos el maíz les sale por las orejas, y no es de extrañar que en toda película de asesinatos que se precie, el asesino aguarde a la víctima en un maizal y trate de cometer una panochada.

En Málaga no tenemos esa suerte y los espacios abiertos suelen estar ocupados por nuestro rico muestrario de terrizos, explanadas o solares con cardos y matojos secos de una apariencia tan espigada, que se podría esconder una segadora mecánica manejada con aviesas intenciones.

Hace un par de días hablábamos del corte al rape de este tipo de tierras baldías en el barrio del Duende. Las obras del bulevar han propiciado el aspecto higiénico de los alrededores de la estación de Victoria Kent, que durante muchos meses tuvo el aspecto de una porqueriza.

Este es el sabio camino que esta semana ha seguido una parcela municipal entre las calles Óscar Esplá y Actriz La Tirana. El año pasado, por el día de la Virgen del Carmen esta misma parcela lucía huellas de pequeños incendios, basura y matojos tan altos como maizales americanos, así que hay felicitar al Ayuntamiento por la rapidez de este año.

En esta misma zona de la calle Óscar Esplá ha desaparecido además un agujero negro burocrático que, tenían impresión los vecinos, iba a permanecer con ellos hasta el fin de los tiempos.

Se trataba de un cartel de la empresa que hizo el campo de fútbol municipal del Duente, obras que habían concluido en 2010. El cartel por fin ha sido retirado (ya le valía), no así el poste metálico de otro cartel publicitario que asoma peligrosamente por la tierra buscando una caída.

Está además sin reparar un camino de adoquines que aunque no eran amarillos ni conducían al mago de Oz, sí que regalaban un buen paseo. Las obras del campo de fútbol, con el consiguiente paso de los camiones, se llevaron por delante un tramo y como ayer contaba el presidente vecinal, Luis Carlos Velasco, el Ayuntamiento de momento le ha comunicado que no hay un duro para devolver los adoquines, hoy destrozados y semienterrados, a su estado natural.

Como consuelo, sigue desarrollándose a buen ritmo el parquecito entre el paseo desaparecido y el terrizo municipal domesticado. Tan bien va, que hasta cuenta con una pérgola a la que le han colocado una enredadera para que dé sombra, algo verdaderamente raro en nuestro excéntrico Ayuntamiento, que prefiere las pérgolas desnudas que fomenten la sociabilidad y las lipotimias.

Término mortal

El pliego de bases de la zona náutico deportiva de los muelles 1 y 2 en régimen de concesión administrativa habla de «diez muertos de amarre». Luego querrán que sea una zona frecuentada por las familias (serán las que salen en El Padrino).