Eduardo Rodríguez es el director de uno de los cursos de verano más participativos de cuantos se celebran desde ayer en Vélez Málaga, organizados por la Universidad de Málaga: Los retos del siglo XXI para una hortofruticultura sostenible. Este catedrático que ejerce como director del Área de Genética de la propia UMA destaca cómo la Axarquía está «extraordinariamente concienciada de la importancia de la agricultura, como pilar económico para sobrellevar la actual crisis».

¿Cuál es el estado de salud de la agricultura moderna en la provincia malagueña?

Este curso está centrado en la hortofruticultura, en la que la comarca de la Axarquía es un referente. Son tipos de cultivos en los que somos muy competitivos. No están subvencionados, a diferencia de otros. Eso significa que el sector privado lo mantiene a la vanguardia porque es rentable. En estas jornadas analizamos más allá, observamos los avances en tecnología y capacidad de producción. Y queremos visualizar hacia dónde vamos en el siglo XXI, o hacia dónde movernos para seguir siendo competitivos. Está claro, por ejemplo, que el margen de beneficios se ha reducido mucho, porque hay países con clima parecido en los que la mano de obra supone una décima parte de la inversión de aquí.

¿Suponen una amenaza para esta parte de la Costa del Sol?

Sí, como también que Europa no les ponga a terceros países, como por ejemplo Marruecos o Turquía, las restricciones de producción que tenemos aquí. El asunto es grave, porque se basa en una decisión política de abrir al 100% mercados, sin que tengan que cumplir las normativas. El consumidor debería estar preocupado por este tema. Es como si a los ciclistas europeos que corren el Tour les mantuvieran todo tipo de controles y a los de otros países en desarrollo les dejasen doparse sin problemas.

¿Qué otros asuntos deben de preocupar al sector agrario?

Los recortes en desarrollo científico: tanto del Gobierno central como de la Junta de Andalucía, que no deja que se hable de sus recortes, pero que los tiene, al aprobar programas y luego no aportar el dinero. Nuestros laboratorios deberían estar abiertos a los ojos de la gente. Son recortes continuados. Y se rumorea que el plan nacional bajará incluso más, de 220 millones a menos de un tercio. Respecto a hace cuatro años es un desastre. El ambiente en los laboratorios es cada vez más deprimente.

Han empezado a pedir auxilio incluso al sector privado.

En este país hay un problema añadido. El sector privado apenas ha apostado en su historia por la investigación. Hay empresas que sí lo hacen, pero son muy pocas. La mayoría opta por recoger los beneficios a corto plazo, sin pensar en el mañana, pero los científicos también tenemos nuestra culpa. La conexión entre empresa e investigadores debería ser natural. Que de cada kilo que se venda se destinen diez céntimos a investigar. Todos ganaríamos.

¿Y existe relevo en el campo?

La Axarquía es una excepción. Aquí la agricultura se vive en todos los aspectos. En este curso, el 70% de los asistentes tienen relación con la agricultura. El relevo generacional sí se palpa en esta zona. Las crisis tienen sus partes positivas y negativas. Y este año, después de cuatro o cinco años ha empezado a aumentar de nuevo la superficie para invernaderos.