La coordinadora provincial del Instituto Andaluz de la Mujer, Estefanía Martín Palop, insistió ayer en que las víctimas de violencia de género «no están solas», por lo que las animó a «poner denuncias si hay malos tratos, porque tenemos recursos y servicios para poder atenderlas». A ellas, a sus hijos (no importa la edad) y a sus ascendientes que dependan de ellas, si los hubiera. Testimonio real de que esto es así es el caso de Ana Alvero. Hoy, con 47 años, esta malagueña mira al futuro con ganas y con el convencimiento absoluto de «querer ayudar» a otras mujeres, pero también a hombres, víctimas de malos tratos, porque «se puede salir de la violencia de género». Ella hace dos años llamó al 061 y «en un abrir y cerrar de ojos nos sacaron a mi y a mi hijo de una casa en la que sólo había miradas amenazantes, insultos y mucho miedo». Echando la vista atrás, recuerda que pasó seis días en el centro de emergencia de Málaga, «seis días que fueron clave» para ver que tenía que luchar por su hijo y por ella misma. Reconoce que «el miedo te paraliza» (ella llegó a estar toda una tarde escondida debajo de una mesa camilla), pero ahora mira de frente al futuro, eso sí, en un rincón de su bolso lleva un dispositivo de seguridad que la «protege, por si acaso». Hoy dirige la asociación Acción positiva para ayudar a otras víctimas.