La exconcejala del Ayuntamiento de Málaga Mercedes González (PP) aseguró ayer, en el juicio que se sigue contra ella por un presunto delito contra la seguridad vial cometido al dar positivo en un control de alcoholemia el 7 de marzo de este año, que la Policía Local actuó por «enemistad» hacia sus siglas, las del Partido Popular, y hacia el alcalde, Francisco de la Torre, dado el conflicto existente entre el Consistorio y los agentes en virtud de los recortes de diversos complementos laborales.

La concejala, para quien el fiscal pide una multa de nueve meses con una cuota diaria de 18 euros, asegura que discurría por el Puerto de la Torre con su vehículo, en torno a las siete menos veinte de la tarde del 7 de marzo de 2013. En ese momento, y frente a una rotonda tras la que había un control policial, aparcó a la derecha. En ese momento, se acercó un policía para preguntarle si le había pasado algo, le pidió la documentación y luego la sometieron a tres controles de alcoholemia, en los que arrojó 0,54 y 0,52 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, más del doble de lo permitido, pero muy lejos del 0,80 que se requiere para que sea delito.

En ese caso, sólo se incurre en un ilícito si el alcohol afecta de manera evidente en las condiciones psicofísicas del conductor, lo que se discute en este juicio. Sin embargo, tanto González como su defensora, Ana Avellaneda, creen que la Policía Local «cargó las tintas» contra la entonces directora de distrito -ahora técnico de Diputación del PP- por el violento conflicto existente entre los policías y el municipio.

Al parar su coche, y cuando comenzaron a llegar policías, la exconcejala escuchó decir: «Vamos a por ella, vamos a por ella, porque ellos han ido durante años a por nosotros y ahora nos toca vengarnos». Aclaró que se puso muy nerviosa y rompió a llorar.

La defensa también interrogó a un perito médico que aseguró que la deambulación es básica para determinar si una persona está afectada por el alcohol, prueba a la que no se sometió a la exedil. González dejó claro que sólo tomó dos cañas de cerveza a eso de las cuatro de la tarde, lo que confirmó el dueño del bar donde estuvo junto a un amigo. Eso sí, no comió nada más que una tapa de queso. Luego, a las cinco y media abandonó el restaurante y se encontró, tras una rotonda, un control policial. Los agentes creen que aparcó para evitar el dispositivo, pero ella explicó que había quedado justo al lado con una amiga.

La fiscal le preguntó a González si creía que la enemistad entre la Policía Local y el Ayuntamiento por el conflicto laboral pudo influir en el desenlace de la alcoholemia, a lo que ella dijo que esa enemistad era «contra el alcalde de mi ciudad». «Había problemas, pero yo ni reduzco horas ni las quito. Hay una enemistad hacia mis siglas».

Sobre su estado, indicó: «No quise cenar, y me tomé una tapita de queso». Los policías locales -declararon cinco- incurrieron en varias contradicciones: algunos de ellos dijeron no conocerla, otros aseguran que sí; algunos afirmaron que para nada se habló de que era directora de distrito en aquel entonces; otros que sí; algunos insistieron en que presentaba síntomas evidentes de haber bebido, como ojos rojos, pronunciación dificultosa y olor a alcohol, pero uno de ellos reconoció que la rojez de los ojos pudo deberse a que la edil lloró, y otro que no se le hizo prueba alguna de deambulación, más allá de aplicarle el etilómetro. Algunos hablaron de colaboración y otros de «arrogancia».

En eso se centró la defensora, en determinar que esos síntomas no eran tales, sino propiciados por el nerviosismo de la situación. La edil dio positivo, lo que no negó la abogada, quien insistió en que «se cargaron las tintas» contra González.

La concejala afirmó, incluso, que llegaron a amenazarle con ponerle las esposas para que colaborase. Los policías, por cierto, se sintieron bastante ofendidos cuando se les preguntó si ratificaban lo que había dicho González. Dos de ellos contestaron a la letrada Ana Avellaneda: «Somos profesionales, señora». La edil añadió que la noche antes tomó orfidal, lo que pudo potenciar los efectos del alcohol.