Sus nombres son desconocidos, pero sonríen y se muestran relajados, disfrutando de unos días en la cada vez más lejana Málaga de 1954. Gracias a su gusto por los detalles incluyeron en su álbum del viaje un factura de Casa Pedro que nos desvela lo que por entonces se servía en uno de los dos merenderos más famosos de la capital -el otro era Antonio Martín-.

Internet es, entre otras muchas cosas, un gigantesco baúl de recuerdos. La Opinión ha localizado en ese baúl una veintena de fotografías de este grupo de turistas alemanes que quiso saber cómo se vivía la primavera en Málaga. El paso del tiempo, casi 60 años, ha cargado de valor testimonial estos recuerdos personales que tras la publicación de este reportaje serán entregados al Archivo Municipal.

Nuestros alemanes, un grupo de seis mujeres, aunque también aparecen en otras fotos otra mujer y un hombre, se alojaron en el Hotel Miramar, entonces en su esplendor, y al menos almorzaron un día en el hotel Posada del Mar del Rincón de la Victoria y otro día en Casa Pedro. Además, las turistas posaron con rebecas -estaban comienzos de mayo- en una playa, posiblemente de la Costa del Sol Oriental.

Las fotos nos desvelan los fastuosos jardines del hotel Miramar de la capital, escoltados por los relativamente recientes pisos de Cantó.

En esa Málaga de moral estricta en la que hacía unos días acababa de tener lugar la Semana Santa del 54, seguro que llamó la atención tan alto número de mujeres viajando en grupo, algunas de ellas luciendo bañadores en la piscina pese a que su edad, y seguimos con los prejuicios de la época, no lo aconsejaban en absoluto.

Del temprano hotel Posada del Mar en el Rincón de la Victoria nos habla Manuel Laza, hijo del redescubridor de la Cueva del Tesoro, que recuerda cómo allí su padre invitaba a comer a algunos personajes que visitaban la cueva.

«Estaba a la entrada del Rincón, era lo más decentito que había porque prácticamente te bajabas a la actual carreterita, en la estación de trenes y no había prácticamente nada ni en La Cala ni el Rincón». Manuel Laza la recuerda con pocas habitaciones y que dejó de funcionar a comienzos de los años 60.

De la cuenta que los alemanes conservaron de Casa Pedro llama la atención el precio final, 77,70 pesetas y algunas de las especialidades: sopa al cuarto de hora, biftec, huevo a la flamenca (un clásico de la época) y cómo se llama entonces el espeto de sardinas: espetón de sardinas. Y entre las bebidas, la posibilidad de disfrutar de sifón o gaseosa. Nuestros hambrientos turistas dieron cuenta el 4 de mayo del 54 de gambas y cigalas; boquerones al natural; ensalada; pescado «con mayonesa» (se especifica por escrito);biftec; espetón de sardinas; aceitunas; pan; vino y café.

Una primavera grata y feliz en Málaga, en ese otro país donde florece el limonero, nostalgia de los países del norte. Una pequeña historia de confort, paisajes todavía no dañados por el urbanismo salvaje, hospitalidad y buena comida, todo ello rescatado gracias al inmenso baúl de internet.