­Contratado en verano, pero no sabe qué será de él más allá de septiembre. Con esa pesimista perspectiva, miles de malagueños aprovechan el tirón del verano para poder trabajar, y con suerte en algunos casos, cotizar en la Seguridad Social y ganar algo de dinero con lo que afrontar el duro invierno.

Por desgracia, la temporada alta turística se ha convertido en la única esperanza de muchos para poder hacerlo. Entre los dos últimos meses, más de 10.000 malagueños, según la encuesta de población activa, encontraron trabajo. La inmensa mayoría en el sector servicios, y también de forma abrumadora, con carácter temporal. Málaga es la provincia andaluza que más puestos de trabajo ha dado en los últimos meses.

1. Sergio Carrasco. FuengirolaAmaqueroTemporal. Jornada completa20 añosjulio-septiembre

No es un demandante de empleo continuo, precisamente, pero sí que busca un trabajo para poder afrontar de forma holgada el resto del año. Es más, su caso recuerda a lo que hace algunos años era una práctica bastante habitual: universitario que durante el verano trabaja para costearse los estudios. Sin embargo, en los tiempos que corren, con lo caras que están las matrículas, la gasolina y la vida en general, para gente como Sergio Carrasco, lo de poder trabajar en verano es un alivio y una necesidad.

Este joven fuengiroleño de 20 años de edad estudiante de Educación Social no tiene la suerte de disfrutar de una beca del Ministerio de Educación para sufragar el coste de su matrícula, desplazamiento o cualquier otro tipo de gasto derivado de su ejercicio como estudiante. Por eso, y por segundo año consecutivo, este futuro educador social trabaja como hamaquero en Rivera Playa, una parcela de hamacas ubicada en la playa de Los Boliches.

«Para mis padres supone un esfuerzo muy grande pagarlo todo, aunque siempre me han dicho que lo harían encantados. Pero yo prefiero trabajar en verano para poder pagar las cosas yo y así meter el hombro en casa, que cada vez está todo más difícil», declara.

Así, desde las 11 horas de cada jornada, este joven atiende todas las necesidades que los clientes de esta parcela demandan, recoge las colchonetas y hamacas y hasta atiende en la barra del chiringuito (del mismo nombre que la playa) en las horas de más trasiego. Admite que es una experiencia «muy enriquecedora», sobre todo para practicar inglés.

«Cuando el año pasado empecé a trabajar aquí no tenía ni idea de qué tenía que hacer ni de hostelería y me cortaba al hablar con los clientes en inglés. Pero todo se aprende, y me ha servido de mucho personalmente», admite.

Por último, comenta que lo peor de trabajar en verano es que algunos amigos y compañeros de la su clase «se van de viaje o a festivales de música y yo no puedo ir con ellos». La recompensa, según este joven estudiante, llega en invierno, «cuando me puedo dedicar a estudiar solamente y encima me queda algo de dinero como para salir de vez en cuando» con lo que gana durante el verano en la playa.

2. Ismael Campos. BarcelonaComercial de eventoTemporal. jornada completa 26 añosjulio-agosto

No es malagueño, es catalán. Está de paso en Fuengirola, trabajando para un evento promocional de la casa japonesa fabricante de coches Nissan y es una de esas personas en toda España que ha encontrado trabajo únicamente para los meses más veraniegos, julio y agosto. Ismael Campos siempre ha trabajado como vendedor. Ya sea en almacenes de electrodomésticos u otros productos, y últimamente, se ha especializado como comercial en el sector automovilístico.

«Desde que empezó la crisis he trabajado siempre en lo que he podido, pero nunca nada fijo. De hecho, antes de venir aquí con el Nissan Summer Tour (que es como se llama el evento para el que trabaja) estuve en el Salón del Automóvil de Barcelona, también con Nissan. Cuando acabó, me propusieron esto y acepté», explica.

Su labor consiste en presentar, junto al resto de sus compañeros, las bondades del último modelo de coche eléctrico de esta conocida casa nipona en alguna de las localidades costeras del país con más afluencia de turistas durante la temporada estival. Es decir, es un trabajo que tiene una clara fecha de caducidad: cuando termine el mes de agosto. Así, este barcelonés de 26 años ha visitado, en lo que va de verano, ciudades de playa de toda España como Gijón, Valencia, Alicante, y tras Fuengirola, irán a Punta Umbría (Huelva), donde finalizarán con este particular periplo comercial.

«Está bien trabajar de ciudad en ciudad. Es toda una experiencia. Nunca lo había hecho así y me está gustando. Estoy encantado, pero pronto se acaba», afirma.

Y es que Ismael Campos lleva en Nissan Summer Tour desde el pasado mes de julio con un contrato temporal para esta ocasión. Más allá del 31 de agosto, tendrá que volver a buscarse la vida.

«Sinceramente, espero seguir de alguna u otra manera con esta empresa porque estoy muy contento. Pero hay que ser realista, saber que la cosa está difícil, y que seguramente, volveré a la cola del paro en septiembre. Si llega ese momento, espero encontrar pronto otro trabajo, y a ser posible, de a lo que me he dedicado siempre, a ser comercial», explica este enérgico catalán de visita de trabajo por las playas de Fuengirola.

3. Desirée del Valle. FuengirolaCamareraTemporal. media jornada21 añosjulio-septiembre

El estudiante que aprovecha el verano par sacarse un dinero extra que le permita afrontar el curso de forma más holgada; el buscavidas que va de trabajo en trabajo buscando estabilidad y que no le importa desplazare a donde sea; y hasta el que tiene un trabajo y busca otro más en verano para poder seguir adelante. Es el caso de Desirée del Valle, una joven de 21 años que tiene un título de grado medio de Informática, precisamente, desde que empezó el verano. Siempre ha trabajado en varios empleos desde que dejó su formación escolar. Pero nunca nada que la ocupara totalmente ni que cubriera sus pretensiones económicas.

«Durante todo el año, también en verano, estoy empleada a media jornada en un parque infantil como monitora por las tardes. Y ahora, aprovechando el verano, empecé a buscar otro trabajo a media jornada para las mañanas y me ofrecieron hacerlo en esta heladería. Lo acepté porque no me importa estar casi todo el día trabajando», explica. Eso sí, admite que el único problema es el calor, «ya que acabo los días agotada».

El de la heladería Brindisi, que así se llama su segundo lugar de trabajo, es un empleo temporal. La mayor afluencia de personas a Fuengirola hace que este negocio tenga que reforzar su plantilla con gente como Desirée. Ella lo asumió desde que entró: sólo trabajaría hasta septiembre, cuando baje la demanda. Así que dice tenerlo muy claro.

«Mi idea es que con este segundo trabajo pueda ahorrar gran parte de ese dinero, y el resto, emplearlo en cursos para seguir formándome durante el invierno . No encuentro un trabajo que sea más allá de media jornada o temporal. Mientras no haya otra cosa, no tengo otro remedio que seguir haciendo currículum», explica esta joven fuengiroleña multiempleada. De hecho, cree tenerlo ya casi decidido.

«Quiero hacer un curso de inglés. Trabajando aquí me he dado cuenta de lo importante que es. Y aunque puedo hablar con ellos, quiero perfeccionarlo y seguir trabajando en el parque infantil en el que estoy a media jornada», aduce.

4. Amanda Gómez. MijasSocorristaTemporal24 añosjulio-agosto

Quizás sea uno de los empleos más encasillados de entre los muchos que existen pensados para el verano. Se trata de los clásicos y nunca bien ponderados socorristas de piscina. Su periodo de vigencia está más que claro: los meses de apertura de una piscina: de junio a septiembre. Aunque en el caso de nuestra siguiente protagonista, dos meses menos.

Amanda Gómez, una licenciada en Periodismo que no termine de encontrar su acomodo en el difícil y maltratado mundo de la comunicación, ha sido contratada, por segundo año consecutivo, como socorrista en una piscina de una comunidad de propietarios de la urbanización Sitio de Calahonda, en Mijas. Sin embargo, este año los habitantes del complejo de viviendas han decidido que las piscinas sólo permanezcan abiertas los meses de julio y agosto para ahorrar costes. Por lo que, en lugar de tres o cuatro meses, Amanda sólo va a trabajar dos.

«El año pasado, además, me tocó una piscina más concurrida. Este verano tengo una comunidad tranquila y con pocos habitantes. Me da tiempo a leer y a estudiar para un master online de Comunicación y Periodismo Deportivo que terminé hace poco», comenta. Y es que esta joven periodista trabaja como socorrista ante la falta de alternativas en su parcela profesional.

«El año pasado acabé la carrera y un amigo me comentó la posibilidad de hacer un curso de socorrista. Me dijeron que eso te garantizaba un trabajo en verano y lo necesitaba. Pero está claro que es un complemento del que no se puede vivir todo el año», explica.

Así, es ya el segundo verano que Amanda Gómez trabaja como socorrista. Este invierno tuvo la suerte de trabajar como becaria en el departamento de comunicación de un hotel en Marbella. Sin embargo, una vez acabado el contrato de formación, decidieron no contar con ella y volvió a la piscina. Cuando en septiembre se quede de nuevo sin trabajo, tiene habladas un par de sustituciones puntuales de antiguos compañeros de un medio de comunicación para el que trabajó.

«Serán sólo unos días, pero me servirán para ayudarme a ahorrar para lo próximo que tengo en mente: irme a Londres para perfeccionar mi inglés. Sino hay trabajo aquí de mi profesión, tengo claro que quiero formarme. Quiero trabajar allí de lo que sea y volver aquí en verano y trabajar de socorrista, que por lo menos es seguro. Después a ver si hay suerte y ha mejorado el panorama» explica sonriente.

5. Irene Valle. FuengirolaCamareraTemporal21 añosjunio-septiembre

Irene Valle es una chica de Fuengirola de 20 años de edad que estudia Magisterio Infantil en la Universidad de Málaga. Ella, a diferencia de Sergio Carrasco, sí goza de una beca estatal para financiar su matrícula y gastos por su actividad universitaria. Pero un dinero extra no le viene nada mal durante el año para ser autosuficiente.

Así que, como ya hiciera el año pasado, trabaja de camarera en la heladería Brindisi, de Fuengirola, para reforzar a este negocio de hostelería de cara a los meses de mayor afluencia de veraneantes. Un negocio, que sin embargo, como explica la responsable del mismo, ha empleado a menos camareros extras con respecto al año pasado debido a la especial virulencia de la crisis sobre este negocio.

De esta forma, el plan de esta futura profesora de infantil originaria de Fuengirola es sencillo: ahorrar para costearse los desplazamientos hasta la capital así como todo lo que supone estar matriculado en el mayor centro público universitario de la provincia. En este caso, entró a trabajar, con jornada completa, cuando acabó los exámenes finales, en junio, y dejará la heladería en septiembre para volver a las clases.

«En verano trabajo todos los meses y eso me permite, junto con la beca, que el resto del año me pueda dedicar únicamente a ir a clase y estudiar. No tengo necesidad de trabajar el resto del año de esta manera», explica.

No obstante, asegura que le gusta este trabajo, «sobre todo el trato con los clientes que suelen repetir de un año a otro y el ambiente de trabajo es muy bueno». El hecho de practicar algo de inglés, comenta, es otro punto a favor de este empleo, ya que a él acuden muchos extranjeros para degustar alguno de los helados, bebidas y aperitivos que ofrece su carta de productos.

Por último, Valle comenta que la mayoría de sus amigas también suelen hacer lo mismo que ella: trabajar durante el verano para después no tener problemas con el dinero durante el próximo curso académico.