Ningún documento oficial lo acredita, ni siquiera consta en algún libro con cierto peso dentro de la historia de la ciudad pero cualquier malagueño sabe ubicar el meadero del Centro de Málaga.

Calle Beatas, también llamada «la calle del meao», intenta convertirse poco a poco en un lugar donde pasar no se convierta en todo un reto.

Las obras que restauran el edificio donde se afianzará la Asociación de la Alianza Francesa hacen de la zona un lugar empolvado que no parece tener fin. Revalorizar la zona tiene un precio, eso sin nombrar la reciente apertura de la vinoteca Patio de Beatas, un punto de encuentro con un toque chic que contrasta por completo con la realidad de su calle y del bar que tiene a escasos metros.

La que era la antigua Abisinia abre sus puertas de nuevo bajo el cartel de Rocking Beatas, un nuevo bar que recupera la actividad nocturna de la calle en ese punto y ofrece tubos a un euro y horas felices en el cartel que despliegan a la entrada del establecimiento. Nada que ver con su homólogo vecino.

Pero hay que reconocer los esfuerzos de los últimos años y decir que por la zona se puede respirar cada vez mejor. El hedor que ha desprendido durante los últimos días el suelo a causa de la mal fijada en el calendario Feria de Agosto no es costumbre. Los restos de calimocho y cristales apelmazados por donde los pies pisan, son sustituidos el resto del año por alguna orina de aquellas mascotas educadas para no hacerlo en su hogar o, en su defecto, algún dueño con falta de civismo.

Todavía muestra algunas carencias que la alejan de ser un lugar marcado y subrayado en el itinerario de los turistas que vienen a conocer la ciudad. Eso sí, si de marcha trata la cosa, no tiene desperdicio.

Aun así, uno de los edificios que colinda con uno de sus solares, bañado por un acentuado color mostaza, encierra cierto encanto que la que aquí escribe desconoce pero se muestra cautivador a los ojos de los visitantes que no dudan en inmortalizar con sus cámaras reflex, o en su defecto, teléfonos móviles.

Las pintadas y grafitis a lo largo y tendido de la calle forman parte del escenario. Entre las firmas sin sentido se pueden descifrar cosas como «Riete de todo», «Poland and Chilean and Spanish», «antinazis», «farlopa», u otras cuestiones que dejaré a libre interpretación para los lectores como «Daniela polvo fácil». De acuerdo o no con estos eslóganes que inundan las paredes de Beatas, lo cierto es que los murales con dibujos que se aprecian rompen con la armonía creada por las palabras anteriores y tienen un carácter más ligado al arte callejero que a otra cosa.

Tomás de Cózar. Pero no hay que desesperar y existen ciertas razones. El cambio está en proceso y hay un atisbo de esperanza para los que desean que deje de ser un urinario público. Solo hay que echar la mirada atrás y comparar. El segundo punto es que siempre puede estar peor. Solo hay que pasar por su paralela Tomás de Cózar para dejarse estremecer -según qué horas- y ver que ahí sí que queda por hacer.