Cuentaespectadores no es una profesión reconocida ni creo que los que la ejercieron en Málaga hasta que se implantaron en los cines las sesiones numeradas, abandonando la tradicional sesión continua, estuvieran dados de alta en algún sindicato o entidad análoga. Por no estar, ni siquiera figura la palabra en el diccionario de la lengua española ni en algo tan útil como el Casares. Pero los cuentaespectadores existieron en Málaga. Yo, concretamente, conocí dos.

Cuando los cines de estreno en Málaga eran de sesión continua, lo que permitía entrar estando la película empezada o permanecer en la sala para verla por segunda vez sin necesidad de pasar por taquilla, las empresas distribuidoras no disponían de medio alguno para saber exactamente el número de espectadores que cada día acudían a los cines de estreno. Los tiques, boletos o entradas para acceder a los cines eran de responsabilidad exclusiva de las empresas, que sí sabían con exactitud el número de espectadores de cada jornada. Las distribuidoras no podían conocer cuántos espectadores accedían al local, dato muy importante a la hora de liquidar el estreno de la película porque exhibían unos márgenes y porcentajes en los contratos. Tenían que aceptar el criterio del exhibidor. Supongo que el propietario del cine diría al distribuidor: Han accedido al local 678 personas, o 1.587, lo que fuera hasta un máximo de cuatro aforos completos de la sala. Y el distribuidor tenía que aceptar lo expuesto por el exhibidor.

Fue entonces cuando se creó la profesión de cuentaespectadores, unos señores contratados por las distribuidoras para que contaran cuántas personas había en la sala. El sistema funcionaba de la siguiente manera. A las 5 de la tarde, hora de apertura de la sala, el cuentaespectadores entraba en el local y contaba en el número de cabezas. Se marchaba. A las 7 de la tarde repetía la operación, y a las 9 y a las 11 volvía a la tarea. Poco después de las 11 de la noche, con los datos recogidos en las cuatro sesiones, se trasladaba a Correos y por telegrama informaba a la empresa distribuidora de la cantidad de espectadores que habían accedido al cine para ver la película.

Y así todos los días, sin fallar ni uno. Estos profesionales a los que se les conocía como cuentaespectadores se pasaban desde las 5 de la tarde hasta las 11 de la noche visitando cines para informar a las empresas que los habían contratado para este trabajo. Al implantarse las sesiones numeradas y establecerse controles de taquilla mediante boletos iguales y numerados la profesión desapareció.