La corrupción urbanística tiene DNI. Al menos en Marbella. Sus protagonistas conforman una familia unida por lazos de interés: hay ascendientes, como Jesús Gil, ya fallecido, y cuya forma de gobierno en la ciudad durante once años generó el caldo en el se desarrollaron Malaya, Saqueo I o Saqueo II. José Luis Sierra, el tío de la familia y brillante abogado que dio forma jurídica al Grupo Independiente Liberal (GIL) y carta de naturaleza a las infracciones urbanísticas al inspirar un plan general ilegal; o Pedro Román, la sonrisa del gilismo, el gentil caballero que fue número dos del exregidor hasta que decidió marcharse.