El mayor juicio jamás celebrado en España contra la corrupción política y urbanística llegó el pasado 30 de julio de 2012 a su fin tras 199 sesiones, lo que es igual a casi dos años de plenario -arrancó el 27 de septiembre de 2012- o a seis meses y 19 días consecutivos de vista. El caso quedó visto para sentencia después de que los 86 acusados usaran ayer su derecho a la última palabra. El primero en hablar fue el supuesto cerebro de la trama, Juan Antonio Roca, quien invitó al tribunal a hacer una reflexión: se preguntó por qué el asesino de la niña onubense Mari Luz Cortés fue condenado a 22 años y a él, por delitos de naturaleza económica, se le piden 30.

Malaya ha batido todos los récord: es el caso con más acusados de la historia judicial española, incluso por encima de los plenarios del 23-F y el 11-M (95 en total), y el proceso más voluminoso por el saqueo sistemático de un ayuntamiento, entre agosto de 2003 y marzo 2006, tras la moción que encabezó Marisol Yagüe y que descabalgó a Julián Muñoz de la alcaldía marbellí. El tribunal tendrá que dirimir si Roca untó a los ediles de Marbella para que aprobaran resoluciones urbanísticas favorables a los empresarios con intereses en la villa, que según la Fiscalía abonaron 33 millones de euros en pocos años. El patrimonio de Roca asciende, para la acusación, a más de 200 millones de euros.

Sin perder la calma, impecablemente vestido y tras dar las gracias, una por una, a todas las funcionarias de la Sección Primera de la Audiencia por el trato recibido, aseguró que un día un recluso se le acercó y le preguntó qué había hecho para que le pidieran más años que a él. «Era Santiago del Valle», aclaró. El asesino de Mari Luz Cortés, la niña onubense de cinco años.

Luego, aseguró haber hablado con un hombre que mató, troceó a su mujer y la metió en una maleta, sentenciado a 14 años, que ya disfruta de permisos tras acceder al tercer grado. «Éste es mi séptimo verano en prisión, y seguramente pasaré mi séptima Navidad aquí, y me enfrento a 30 años; si la Sala acepta eso, pasaré el resto de mi vida entre rejas».

Además, lamentó «que el nombre de Marbella haya estado relacionado con esta causa». «Lamento profundamente el daño que se ha causado a Marbella y a sus ciudadanos», recalcó, al tiempo que se quejó de que se ha intentado reescribir su pasado. La policía lo definió, dijo, como delincuente «casi patológico». También se quejó de la situación del resto de imputados, de su cuñado y de su mujer, de los profesionales que contrató y de aquellos a los que no conocía hasta que los vio en la Sala. Tuvo palabras de agradecimiento para la Sala, la policía y su abogada, y aseguró haber sido testigo del «lado humano de la justicia».

Exregidores. El exregidor de Marbella Julián Muñoz, a quien se acusa de cobrar de Roca, se quejó de que se le conoce en toda España como «un ladrón». Eso sucede, precisamente, «porque a un iluminado de Dios y la justicia le ha dado por decir eso». Y añadió: «Julián Muñoz no tiene ni una condena por quedarse con dinero». Se olvidó del caso Minutas, donde se le condena, entre otras cosas, por cohecho, aunque el fallo no ha vuelto del Supremo todavía. Criticó el hecho de que saliera a los medios su ficha policial, y aseguró que se le presionó. El juez Torres, precisó, le dijo: «Julián, este marrón se lo tiene que comer alguien».

En este sentido, insistió en que a la Fiscalía le gustaría que su nieto «pagara las culpas de su abuelo». Él siempre firmó, según dijo, lo que le indicaron los técnicos, e hizo alusión a que en Málaga «también se han dado licencias en zonas verdes para hacer viviendas». Los empresarios acusados, indicó, sólo trataron de que Marbella fuera «una ciudad habitable, segura y limpia». La exalcaldesa Marisol Yagüe, por su parte, no habló pero no pudo contener las lágrimas.

El PSOE y García Marcos. Cuando salió de la cárcel, la otrora azote de Gil y exteniente de alcalde de Marbella, Isabel García Marcos, no derramó una sola lágrima. Ni en los seis años de investigación se ha mostrado dubitativa o acongojada, pero ayer se le quebró la voz, pese al firme alegato hecho en su defensa. Entre otras cosas, dijo: «Fuimos empujados por nuestro grupo político a que firmáramos la moción». Se refiere al PSOE.

Insistió en que es «inocente activa, siempre he mirado los papeles». Nunca engañamos a los ciudadanos de Marbella, ni pedí dinero a nadie, ni a Gil ni a Roca. Aseguró que ha existido un «ensañamiento» y pidió a la Sala que le devolviera «la fe en la justicia». Sin su esposo, dijo, no hubiera llegado a tramo final del juicio con salud mental. «Se podrían haber ahorrado muchos daños colaterales», indicó. Otros exediles que hablaron fueron el exalcalde accidental Tomás Reñones, que se lamentó de que los llamen «malayos», o Carmen Revilla, que también se mostró muy afligida.

Empresarios. El promotor cordobés Rafael Gómez Sandokan rompió a llorar durante la última palabra, y aseguró que su mujer le preguntó: «Oye, Falete, no te ha dado nunca por ahorcarte». Afirmó, además, el daño «más grande ha sido el de dejar a casi 10.000 familias sin trabajo». José Ávila Rojas, constructor, aseveró que Malaya «fue el comienzo de la crisis en España», mientras que Tomás Olivo, también empresario, pidió una sentencia justa.

El constructor Cristóbal Peñarroya, visiblemente compungido, aseguró haber visto a su mujer llorando «más de 100 veces». «Eso no se lo perdonaré ni al juez Torres ni al fiscal», apuntó. En total, hablaron 17 personas haciendo hincapié en las detenciones televisadas y el enorme perjuicio patrimonial que supuso su arresto. El caso quedó ayer visto para sentencia.