Alumnos de Historia del Arte de la UMA dieron ayer sus clases en las escaleras de la facultad de Filosofía y Letras. Manifestaban así su descontento por el traslado de unos 80 estudiantes al aulario López de Peñalver, en el otro extremo del campus de Teatinos, motivado por la falta de espacio en el centro. El decano de la facultad, Sebastián Fernández, achaca este «desarraigo» a la proximidad de unos cables de alta tensión que han impedido que se inaugure un nuevo aulario junto a Ciencias de la Comunicación.

Fernández reconoce que «no hay aulas suficientes para todos», pero explica que el problema se debe a la imposibilidad de inaugurar un nuevo aulario a principio de curso, como esta previsto. El número 6, aún sin bautizar, junto a la facultad de Turismo y Ciencias de la Comunicación. «La presencia de unos cables de alta tensión entraña riesgo para el alumnado, de ahí que la UMA haya decidido posponer la entrada en servicio de este edificio», indicó el decano.

El aulario servirá para atender a los alumnos de estas titulaciones de Turismo y Ciencias de la Comunicación que actualmente ocupan las aulas del Gerald Brenan, donde tendrían que haber ido los 80 estudiantes de segundo de Historia del Arte desplazados al López de Peñalver, en la rotonda del Clínico, a 20 minutos a pie de la facultad de Filosofía y Letras. «Al no poderse inaugurar el edificio, la única opción es López Peñalver», reitera Sebastián Fernández.

«Hemos intentado paliar el tema dejando in situ a los alumnos para que no se tengan que desplazar y sean los profesores, pero con todo y con eso supone un desarraigo de dos grupos de la facultad, que no tienen acceso a servicios como la biblioteca, la sala de informática o la cafetería cuando han pagado las mismas tasas», indicó el decano, que da la razón a los estudiantes.

Fernández señaló que se trata de una solución provisional. «Si fuera definitiva para todo el curso yo hubiera sido el primero en negarme», aseguró. En los próximos días se procederá a desviar el tendido eléctrico elevando una torreta unos diez metros y alejar los cables para crear una distancia entre el nuevo aulario y el campo electromagnético. «Estamos en el Decanato y el Vicerrectorado de Infraestructuras buscando soluciones», concluyó el decano.