Los abogados se dieron ayer un homenaje y lo hicieron por todo lo alto, ya que el día de su patrona, Santa Teresa de Jesús, lo celebraron por primera vez en su bicentenaria historia en el teatro Cervantes, que se llenó de togas en una cita que tuvo varios momentos emotivos: la entrega a la viuda de Leopoldo del Prado, el mítico abogado laboralista malagueño que tanto hizo por los derechos de los trabajadores, de la Medalla al Mérito en el Servicio a la Abogacía, máximo galardón que concede el Consejo General de la Abogacía Española (CGAE).

Esta distinción también la recibieron los letrados Carlos Martínez Murciano, Inmaculada Martínez, Pablo González Vicente, Pedro Pablo Merinas y José Eduardo López, quien hizo una encendida defensa de la figura del abogado como parapeto contra los recortes del Estado de Derecho.

La figura de Leopoldo del Prado fue glosada por Salvador Ruiz Menacho, quien destacó que siempre «defendió los derechos de los trabajadores», y recordó que fue un histórico militante del Partido Comunista de España, llegando a ocupar una tenencia de alcaldía en la primera corporación democrática de Málaga.

Profesor de las facultades de Económicas y Derecho, sufrió prisión por sus ideas democráticas en las postrimerías del franquismo y capitaneó «una generación de abogados laboralistas de una preparación intelectual inmejorable», precisó Ruiz Menacho, quien definió al fallecido Del Prado como «un verdadero indignado, afable y cariñoso». Su magisterio, añadió, llegó a muchísimos letrados.

Su compañera de vida, Enma Castro, recordó que Del Prado, fallecido en julio de 2009 y que en 2013 hubiera cumplido 66 años, fue «una persona muy consecuente con su ideología, un enamorado de la defensa de los más débiles de la sociedad», lo que demostró como jurista de CCOO durante décadas.

Un ejemplo de la lucha de Del Prado fue el caso de una viuda que, tras 55 años junto a su compañero de vida y al morir éste, no recibió una pensión. No se casaron por su ideología anarquista, pero el tenaz abogado malagueño, nada dogmático en su ideología, como lo prueba su expulsión del PCE, llegó hasta el Constitucional con el asunto y, pese a que no lo ganó, inspiró un cambio en la legislación.

El escudo de plata fue a parar a los letrados colegiados durante 25 años, entre los que destacó el alcalde de Coín, Fernando Fernández-Tapias. Gabriela Domingo habló en nombre de sus 114 colegas, recordando el difícil papel de las abogadas para conciliar la vida laboral y destacó que la labor del letrado es «de servicio».

Otro de los momentos cumbre de la tarde fue la entrega del escudo de oro del colegio y un diploma a los tres letrados que celebraron ayer sus bodas de oro en la abogacía. Se trata de Luis Zarraluqui, Alberto Llamas y Alfredo Parras. El primero de ellas, un prestigioso letrado de Familia, recordó cómo desde el inicio de su ejercicio profesional «ha hecho de todo», aunque, reconoció, «lo he pasado muy bien porque me gusta mi profesión cada día más».

Llamas, por su parte, se quejó de «la falta de respeto de los juzgados al abogado en muchas ocasiones», e insistió en que antes, cuando él empezó, «los jueces se estudiaban los temas y las sentencias eran monumentos jurídicos», lo que contrasta con la actualidad, «cuando los fallos se dictan para salir del paso». Alfredo Parras habló de los momentos «felices, tristes y complicados» que ha pasado en su vida laboral, aunque, concluyó, ha merecido la pena.

También recibieron la Medalla de Honor del Colegio varios miembros de la Junta Electoral. Los galardonados fueron Francisco Hidalgo del Valle, Juan García Alarcón, Elena Narváez Valdivia, pionera en la lucha contra las grandes inmobiliarias, y Diego Vicaria. Los comicios del año pasado, en los que se impuso Francisco Javier Lara, fueron los primeros de un colegio español en los que se implementó el voto electrónico.