La tensión política alcanzó ayer en la capital cotas que no se recordaban desde hace años. La excusa: el dinero que la Junta de Andalucía le debe a los pequeños ayuntamientos de la provincia, los menores de 25.000 habitantes, en concreto 16,7 millones de euros. Todo el Centro Histórico se convirtió en la mañana del sábado en un inmenso teatro de operaciones con militantes, alcaldes y cargos orgánicos del PP provincial jugando al ajedrez con la presidenta del Ejecutivo andaluz, Susana Díaz, a la que querían hacer entrega de una carta en la que se recogían sus exigencias. Lo que en principio debería haber sido un encuentro cordial después del juego de encierros en el que ambos partidos se han embarcado desde hace meses, acabó en una serie de choques callejeros que suscitaron una ola de declaraciones de los líderes regionales del PSOE acusando a los de Elías Bendodo de acosar a la presidenta. Incluso algún dirigente del PSOE los acusó de usar métodos de la «kale borroka»

Díaz vino a celebrar el décimo aniversario del Museo Picasso Málaga, una cita ineludible para todo el que en la capital de la Costa del Sol es algo. Lo que en principio iba a ser una jornada de relax y masaje institucional, se convirtió en una pesadilla para Díaz, los suyos y para el propio PP.

Los militantes del PP e importantes cargos electos estaban encerrados desde el jueves en la Delegación del Gobierno de la Junta en Málaga. Ayer, el grupo decidió dividirse. Una parte se quedó cuidando del castillo mientras otro nutrido grupo hizo de ejército expedicionario para ir al hotel NH, donde se alojaba Díaz, para protestar allí, mientras ella salía por la puerta principal, por la situación de las arcas municipales. Pancartas y gritos del tipo «Susana, escucha, no somos tu hucha» alertaron a la guardia de corps de la líder socialista y, cambiando de estrategia, decidieron salir por la puerta del parking, al otro lado del edificio.

Allí había otro grupo de manifestantes, todos cargos y militantes del PP, que rodearon el coche oficial de la presidenta de la Junta. El chofer avanzó con cautela, pero al final de un pequeño recorrido de no más de veinte metros casi colisiona con algunos de los manifestantes, según la versión de los populares. José Ramón Carmona, vicesecretario de Política Municipal del PP, lo narró así a La Opinión de málaga: «Hemos ido de manera pacífica al hotel en el NH y dos personas han ido a recepción para pedirle a la presidenta que nos recibieran, pero ella no contestó nada. El coche cambió de lugar y sale por el parking de forma precipitada con peligro evidente de atropello de los alcaldes».

La vicepresidenta de la Diputación, Francisca Caracuel, insistió en que sólo se le intentó dar una carta en el hotel, a lo que José Ignacio Armijo, alcalde de Nerja, añadió que «no hay voluntad de diálogo». Éstas fueron las dos personas que acudieron a la recepción del hotel para pedir el número de habitación de Díaz, lo que aprovecharon los miembros de seguridad de la presidenta para sacarla por la parte de atrás. El PSOE de Málaga calificó de inaudito que dos cargos del PP pidieran incluso el número de la habitación de Susana Díaz.

El vídeo del incidente recorrió las redes sociales como la pólvora y luego se entabló en twttier una nueva pugna entre los dos frentes. Fuentes de la Junta de Andalucía aseguraron a este periódico que fueron los militantes del PP los que aporrearon el automóvil oficial de Díaz, que se dirigía en ese momento al Picasso. El PP reconoce que al menos uno de sus miembros golpeó el capó del coche.

Ésta fue la primera escaramuza, porque el ejército expedicionario conformado por militantes y cargos del PP se dirigió al Museo Picasso, inasequible al desaliento, para entregar la lista de agravios a Susana Díaz. Fuera, la Policía Nacional había tomado la entrada de la pinacoteca, y los militantes y ediles discutían sobre qué era lo mejor, si ir hasta la calle Alcazabilla, donde estaban los coches oficiales, buscando más visibilidad en sus protestas o volver al edificio de la Delegación del Gobierno, donde otro grupo mantenía en alto la bandera del encierro. Hubo una actitud pacífica, pero cuando terminó el acto institucional se montó una trifulca ante la mirada de numerosas personalidades que habían acudido al museo a la celebración de los diez años del Picasso.

El vicepresidente del PP, Francisco Oblaré, pretendía hablar con la presidenta portando los papeles de la discordia. En un primer momento, el consejero de Cultura, Luciano Alonso, se acercó al popular para comentarle que ese no era el lugar ni el momento adecuado para el encuentro debido al carácter institucional del acto, al gran número de personas allí concentradas, prensa internacional incluida.

Oblaré asintió y se dio la vuelta, pero trató de burlar el cordón de seguridad que rodeaba a la jefa del Ejecutivo andaluz, de tal forma que algunos agentes de la Policía Nacional y escoltas de Susana Díaz lo frenaron y se produjo un forcejeo, porque el popular no cejaba en su empeño de entregar la carta.

La policía, según el PSOE, le recriminó a Oblaré que persistiera en su actitud, y llegó a pedirle la documentación. Éste, informaron fuentes populares, ha denunciado los hechos e incluso ha presentado a la policía un parte de lesiones.

Fuentes del PP reconocieron que esas dos refriegas, sumadas al cambio en el status quo del encierro en el edificio -sólo dieciséis personas podían permanecer encerrados-, del que también se quejó Carmona, propiciaron que el partido decidiera dar por terminado el encierro. Todos los alcaldes presentes así como los cargos orgánicos decidieron volver a sus cuarteles de invierno para velar armas y aguantar el chaparrón mediático que ayer noche seguía en las redes sociales.

A última hora de la noche, el presidente del PP, Elías Bendodo, emitía un comunicado en el que reprochaba hoy a la presidenta de la Junta de Andalucía su falta de voluntad democrática al despreciar a los alcaldes que trataron de hacerle llegar la reclamación de una deuda que roza los 17 millones de euros y asfixia la economía de los municipios menores de 25.000 habitantes. «Díaz ha despreciado a los malagueños y ha dado la espalda a nuestros problemas», hdijo el dirigente popular, que respaldó la actuación de sus alcaldes y rechaza cualquier tipo de acoso por parte de los miembros de la delegación que salió al encuentro de la presidenta.

«Sólo queríamos dialogar con ella»

El PP hizo ayer pública una nota de prensa en la que se comunicaba la decisión de disolver el encierro en la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía. En ella, el vicepresidente de Diputación, Francisco Oblaré, asegura que sólo querían que la presidenta andaluza los atendiese cinco minutos. «Nuestro deseo es encontrar una solución y por eso ofrecemos colaboración a Susana Díaz, algo que ella ha despreciado en dos ocasiones». Oblaré rechazó las críticas del PSOE a la protesta, «ya que ha sido la presidenta la que ha huido de forma precipitada, se refugió en el coche oficial y se blindó tras los guardaespaldas. En ningún caso tratamos de acosarla ni violentar una situación que todos celebramos como el décimo aniversario del Picasso». El vicesecretario del PP también insistió en que «la actitud fue respetuosa y dialogante, pero también reivindicativa».