Cuando en abril de 2005, José Antonio y Ana regresaron a Málaga con su hija Elsa Yu en brazos, apenas tenía un año, decidieron que volverían a adoptar en China. Su experiencia, más allá de que habían visto colmado el sueño de abrazar a su hija, había sido de lo más positiva. El proceso de adopción se había resuelto en apenas un año y medio y no se lo pensaron dos veces. Hoy las tornas han cambiado y el guión está siendo totalmente diferente. Con suerte, irán a recoger a su hijo o hija a finales del próximo año. La demora, hasta la fecha de casi ocho años, se les está haciendo eterna.

A finales de 2005 presentaron una nueva solicitud de adopción a través de protocolo público de la Junta de Andalucía y renovaron toda la documentación del anterior proceso, pero su expediente no entró en China hasta el 19 de enero de 2007. «Esta vez la espera está siendo tremenda; sabemos de muchas familias que no van llegar», comenta José Antonio, quien admite con voz pausada que se han llegado a plantear tirar la toalla si la asignación de la adopción no llega antes del verano de 2015, fecha en la que caduca un certificado de idoneidad que ya han renovado dos veces, la última vez en el verano de 2012.

La primera vez que fueron a China lo hicieron porque querían ser padres. La naturaleza no había querido concederles un deseo, que hoy ya han visto colmado. Ahora quieren ir para darle un hermano o una hermana a Elsa Yu, que ya tiene nueve años, aunque admiten que esta vez están viviendo el proceso de forma diferente. «Si nos hubiera pillado la actual situación cuando buscábamos a nuestra hija habríamos incluso simultaneado dos expedientes de adopción internacional, que ahora se puede hacer, pero hemos preferido no hacerlo y esperar a que pronto suene la campana».

No saben si será niño o niña porque «hasta que no te asignan la adopción no ves una fotografía de tu futuro hijo». Hasta entonces esperan pacientes, pero deseosos, a que llegue ese momento. Y como la experiencia es un grado, hace años abrieron una cuenta aparte para cuando les toque viajar», además esta vez serán tres los que se suben al avión de ida. El precio del viaje no ha variado mucho en estos años. Ronda los 800 euros, cantidad a la que hay que sumar el donativo al orfanato, que ahora es de unos 4.000 euro y demás gastos de trámites y papeleos, hasta alcanzar los 12.000 euros que cuesta todo el proceso, y que conviene ir ahorrando poco a poco.

Lo que sí ha cambiado en estos años, y por eso es por lo que el tiempo de espera se ha disparado, son las asignaciones. «Antes se hacían casi por meses completos, ahora se hacen por días, con lo que de seguir el actual ritmo, explica José Antonio, «nos podría tocar a finales del próximo año». Si no es así, «haremos de todas formas un viaje a China para que Elsa Yu vuelva a sus orígenes».