Nervios, preocupación y enormes dosis de desconfianza. La escuela de hostelería de La Cónsula, responsable directa de la transformación gastronómica y turística de la provincia, sigue sin aclarar su futuro. A falta de dos días para que venza el último plazo establecido por la Junta, los alumnos ignoran todavía la fecha exacta para el inicio del nuevo curso, que arrastra ya más de seis semanas de retraso. Y lo que es peor, sin que nadie les dé una respuesta, más allá de la promesa formulada por el Gobierno andaluz a comienzos de octubre.

La incertidumbre en torno al consorcio, que concatena batallas con la administración desde el pasado verano, cuando se hizo pública la deuda contraída con el complejo, ha acabado por finiquitar la paciencia de los estudiantes, quienes, de manera autónoma y extraoficial, dieron ayer lecciones de repaso en los aparcamientos del edificio. Una imagen que contrasta con la vuelta a la normalidad que se presumía en la escuela después de que a mediados de octubre el BOJA publicara el pago de la subvención por parte de la Junta.

Con los deberes económicos aparentemente asumidos, el Gobierno andaluz se comprometió a retomar las clases antes de que finalizara el mes. El tiempo, no obstante, se agota, sin que las razones del nuevo retraso terminen de convencer a los estudiantes y al resto de formaciones políticas. Incluida Izquierda Unida, socio del PSOE en la Junta de Andalucía.

El centro, que debía haber comenzado el curso el pasado 9 de septiembre, está a la espera de que la administración le dé el visto bueno a su plan lectivo. Un documento cuyo plazo de presentación finalizó el pasado miércoles. Fuentes de la Delegación Provincial de Educación señalaron ayer a este periódico que la solución será inminente. Los estudiantes, sin embargo, no entienden que un trámite burocrático que consideran poco menos que rutinario empantane de nuevo el regreso a los libros. Y, sobre todo, se quejan del silencio oficial que rodea al asunto.

Ayer, antes del acto lectivo de protesta en los aparcamientos, los alumnos trataron de conocer si existía alguna novedad por parte de la Junta. «Nos dice la dirección que sigue sin saber nada», explica Javier Mahedero, delegado de cocina. Los estudiantes temen que el retraso les dificulte en el nuevo curso y denuncian un perjuicio económico que se hace evidente, indican, en aquellos que proceden de otras provincias. «Muchos llevan pagando alquiler desde septiembre. Y otros han renunciado incluso a trabajos para asistir a las clases», precisa.

IU tampoco considera el estudio del plan formativo como una razón de peso para justificar el paso de los días. La diputada Lola Quintana anunció ayer que pedirá explicaciones al Gobierno andaluz y mostró su solidaridad con los alumnos. Por su parte, Eduardo Zorrilla, portavoz de la coalición en Málaga, lamentó el nuevo retraso y apostó por prodigar a la escuela un trato acorde con su singularidad turística. «Sería un error unificar a la baja a todos los consorcios. La Cónsula está a un nivel superior y es el futuro de la provincia», dijo.

En el PP, Patricia Navarro, vicesecretaria de Formación, también aprovechó para exigir un paso al frente a la Junta. Especialmente, en lo que se refiere a las razones que explican la indeterminación en torno al nuevo curso. «Queremos luz y taquígrafos. Que abandonen esta actitud opaca y oscurantista y expliquen a los alumnos y a la sociedad qué está ocurriendo», resaltó.

En la protesta de ayer, en la que participaron una treintena de alumnos, se pudo comprobar el clima de excitación en el que vive actualmente la escuela. Las aulas, cuyo uso había sido solicitado a la dirección por parte de los alumnos, continúan cerradas. En espera de que la administración decrete el inicio del curso con todas las garantías. Los estudiantes tienen previsto volver a reunirse mañana, que, en la práctica, es el último día del que dispone el Gobierno andaluz para cumplir con la promesa de la delegada de Educación, Patricia Alba, y de la propia presidenta de la Junta, Susana Díaz. «Nos tendrían que avisar del comienzo de las clases con veinticuatro horas de antelación, por lo que sabremos muy pronto si incumplen», reseñó Mahedero. Ha pasado más de un trimestre desde julio y La Cónsula todavía no funciona a su ritmo.