El general auditor de la Armada José Cervera Pery confiesa con envidiable sentido del humor que de niño, la sala familiar estaba presidida por un retrato de su tatarabuelo, el hijo de Joaquín María Pery, «y daba miedo».

Por las venas de esta afable gaditano nacido en San Fernando corren, de forma metafórica, los siete mares, porque entre sus antepasados se encuentran los famosos almirantes del XIX Pascual Cervera y Juan Bautista Topete, sin olvidar al mencionado Joaquín María Pery, marino e ingeniero naval con una importantísima vinculación con Málaga, «del que soy retataranieto», comenta.

Sin duda, era la persona adecuada para hablar de su «retatarabuelo» -el padre de su tatarabuelo- en una amena conferencia que impartió el pasado lunes en el Real Club Mediterráneo, a la sombra por supuesto de la creación más famosa de Joaquín María Pery: La Farola de Málaga.

General auditor del cuerpo jurídico militar y académico correspondiente de la Academia de la Historia, don José Cervera cuenta con el galardón más importante de Defensa, el premio Marqués de Santa Cruz de Marcenado y tiene publicados numerosos libros de historia naval.

Con este bagaje, tiene una explicación ante el desconocimiento general que existe sobre la figura de su antepasado, nacido en La Coruña en 1766 y fallecido en Málaga en 1835: «La culpa la tiene la historiografía naval, porque los divos de la historiografía naval ni lo mencionan siquiera, quizá porque primero fue militar puro, luego se hizo ingeniero militar y luego naval. Si hubiera sido almirante puro de la entrada a la salida habría tenido más resonancia», sostiene.

El general recalca la labor urbanística de su antepasado, que encauzó las aguas del arroyo del Calvario y reunió las aguas de los arroyos de Los Ángeles y del Cuarto, para evitar que confluyeran con las del Guadalmedina e inundaran la Trinidad y El Perchel.

También recalca las dificultades políticas por las que pasó, pues a Joaquín María Pery le sorprendió la invasión francesa de Málaga. «Él se puso a la disposición de la Junta de Sevilla, pero les dijo que tenía mujer y muchos hijos -llegó a tener 19-, también le quiso incorporar don José Serrano Valdenebro, que era jefe de escuadra, a la guerrilla para desbrozar caminos y le contestó que colaboraría todo lo que pudiera y efectivamente colaboró y libró a varias personas del patíbulo».

«Un encanto tremendo» De la obra más famosa de Pery, su retataranieto sólo cuenta bondades: «Tiene un encanto tremendo, siempre me ha gustado. Es una seña de identidad de Málaga. Para mí que he desembarcado varias veces aquí en mi vida profesional La Farola es preciosa y tiene además el halo sentimental del paseo».

A don José Cervera Pery, no le parece suficiente el que La Farola tenga una placa con el nombre de su autor, que da nombre a una glorieta. «Yo creo que por lo menos una calle Ingeniero Joaquín María Pery debería tener».

Además, al historiador de San Fernando le parece muy buena idea el que el famoso faro pudiera ser visitado, para que los malagueños y visitantes conocieran su historia, y pone como ejemplo que «tenía ocho quinqués que se nutrían con aceite de oliva».

Para el militar, muchas veces «los ajenos son más que los propios» y recuerda cómo, tras una conferencia en Francia, un historiador francés le habló de su antepasado, al que conocía porque había reparado una navío francés que luchó en Trafalgar y lo devolvió a Francia.

Y como militar y gaditano, también deja una opinión sobre los últimos problemas en Gibraltar: «Me parece intolerable. El Tratado de Utrecht sólo le concede las aguas del puerto, aunque luego han hecho componendas para que los barcos puedan entrar y salir. En todo caso, no es un mar para cogerle terreno y crear una ciudad artificial», advierte.

La charla de este amable descendiente de La Farola cerró en el club los actos de inauguración de la exposición sobre la Batería de San Nicolás, que ocupó el actual espacio del Real Club Mediterráneo de 1780 a 1953. Además, se descubrió una placa conmemorativa.