La iniciativa, quizá por su eco anglosajón y el fracaso acumulado durante décadas de propuestas rimbombantes, fue recibida con recelo por algunos sectores, pero, poco a poco, ha acabado por convencer e, incluso, entusiasmar a muchos de los vecinos y comerciantes. La conversión del entorno de Muelle de Heredia en un distrito cultural, surgida en un grupo de amigos de la zona y posteriormente amplificada por el Ayuntamiento, con ayuda de los fondos europeos, va camino de marcar una nueva etapa para el barrio, aunque no siempre por una línea estrictamente ascendente.

Los avances procurados en los últimos meses conviven con algunas nuevas dificultades aparejadas a los cambios; las últimas, el embrollo de tráfico que rodea a la peatonalización de dos de sus arterias y la próxima remodelación de los jardines del poeta Alfonso Canales, en la falda de la plaza de la Marina, que, según reconoce el propio Consistorio, presume la retirada temporal de hasta ocho de sus árboles.

Si se pregunta a los colectivos de residentes, nadie duda en dar su bendición al Soho. Los vecinos del Centro Histórico, con María José Soria, a la cabeza, afirman que hubieran preferido que se privilegiara la mejora de áreas más degradadas como la que discurre entre la calle Carretería y el río Guadalmedina, pero, en general, comulgan con las intenciones de un proyecto tan ambicioso como expuesto a riesgos y tentaciones. En el último mes la asociación Torre Vigía se ha quejado de los daños provocados a varios edificios protegidos; ahora el descontento se extiende a los vecinos, y no sólo por la transformación de los jardines conocidos como del Barrilito, sino por la supervisión del tráfico en calles recientemente liberadas para los viandantes como Tomás de Heredia.

De este último problema habla Pedro Pérez, presidente de la asociación de residentes de Alameda de Colón, que exige más policía y mejor señalización para el sentido de la circulación de unas arterias en las que, insiste, impera la confusión. «Como no se permite el tráfico los padres se despreocupan de sus hijos y más de una vez nos hemos llevado un susto», indica.

Según cuenta el representante vecinal, la invasión de vehículos por la zona peatonal es constante. El colectivo reclama más protección. «Vamos a insistir con este tema con el Ayuntamiento porque es peligroso», añade.

Polémica con los jardines En cuanto a la remodelación de los jardines, que junto a la conexión de la plaza de la Marina con la calle Casas de Campos supondrá un desembolso de casi medio millón de euros, aportado en un 80 por ciento por Europa, a través de los fondos Feder, el malestar se concentra en un grupo de residentes encabezados por Enrique Linaza. En este caso, los vecinos, muchos de los cuales asistieron la semana pasada a la presentación del proyecto, comparten la necesidad de mejorar la zona, aunque no a costa de una reducción de la vegetación y, sobre todo, de la retirada de árboles.

La propuesta planteada por la Gerencia de Urbanismo, que incorpora un nuevo parque de juegos para niños, no habla en ningún momento de tala ni de poda, pero sí se vale de eufemismos como «aclareo del estrato arbóreo existente» que no ocultan, sin embargo, la profunda renovación que sufrirá el entorno. Sin ir más lejos, serán trasplantados diez árboles -4 ficus, 3 jacarandas y 1 naranjo- a lo que se suman plantas tropicales como las plumarias.

La intención del Consistorio es superar la imagen de «infrautilización» e inseguridad que atribuye a la zona con un parque que facilite el enlace con el Centro y estimule al mismo tiempo la presencia de visitantes; para ello los técnicos han pensado en un área más diáfana y desprovista de frondosidad, al estilo «de la tendencia actual de los oasis urbanos», justamente lo que no parece seducir a los residentes. «Eso está bien para barrios nuevos como Teatinos, pero no entendemos que se transforme un jardín de otro siglo en una zona de otro siglo en algo con más piedra y sin personalidad», resalta Linaza.

La remodelación, que incluye una rampa de acceso a la plaza de La Marina, además de más zonas de tránsito y de esparcimiento, encuentra la oposición de este grupo de vecinos especialmente en el trasplante de los árboles, que el Ayuntamiento justifica en el «escaso marco» actual para su desarrollo. «Quizá muchos de ellos no sobrevivan. Es un gran error, y más en un entorno tan necesitado de sombras y de zonas realmente verdes», puntualiza.