Un nuevo ranking saca a relucir las debilidades de la Universidad de Málaga y pone en entredicho que el camino emprendido hacia la excelencia sea el adecuado. Esta clasificación coloca a la UMA en el antepenúltimo lugar de todas las universidades públicas españolas, según los parámetros de 2010. Las facetas que analiza es estudio son las tres patas básicas en las que se ha de asentar cualquier institución académica: la función docente, la labor investigadora y la implicación social de la Universidad.

Las diferencias metodológicas son notables a la hora de establecer cualquier ranking, en los que la UMA no suele salir bien parada. Las que analizan únicamente el resultado de la investigación, valoran las publicaciones firmadas únicamente por los profesores funcionarios, otros incluyen a los contratados... La Universidad de Málaga siempre insiste en que se trata de una institución joven que no puede competir con las mismas armas que otras españolas, con mucha mayor tradición. Los recortes tampoco se lo están poniendo fácil. El caso es que ranking que se publica, ranking que deja en evidencia a la UMA, por muchas vueltas que se le de y aunque su alianza con la Universidad de Sevilla a través del Campus de Excelencia Internacional Andalucia Tech la aúpen en la clasificación.

En este estudio publicado por la Universidad de Valencia, queda claro que por sí sola y evaluando índices integradores e intrínsecos a cualquier Universidad, la malagueña se queda en la cola, sólo por delante de La Laguna, Jaén y la UNED (aunque ésta última es un caso aparte, ya que no ofrece enseñanzas presenciales). Y lo que es peor, respecto al último trabajo con los datos correspondientes a 2008, pierde seis posiciones, que a su vez ganan otras instituciones académicas públicas españolas que la sobrepasan en el ranking.

Así, el trabajo firmado por Eduardo Beamonte, Alejandro Casino y Ernesto Jesús Veres propone un índice para evaluar la calidad en 2010 de las universidades considerándose sus tres principales facetas. Para la implicación social, se consideran ingresos e I+D privados respecto al total presupuestados por las universidades; la función docente es medida por ratios sobre abandonos y número de profesores; para la función investigadora se utilizan ratios sobre sexenios y tesis. Además, se discute sobre el alcance, significado y limitaciones de las variables, justificando su elección. La aplicación del índice para las universidades públicas españolas proporciona un ranking de su calidad, utilizando la información más reciente.

En este caso, por tanto, lo que se mide es la calidad e la actividad universitaria, ni más ni menos. En ella confluyen varios aspectos tanto internos a la misma concepción y gestión universitarias como externos en su relación con su entorno más próximo.

«Para definir la calidad del servicio prestado por una universidad consideraremos que la excelencia universitaria se consigue alcanzándola en tres facetas esenciales, que aceptamos igualmente importantes», aseguran los autores. En primer lugar, la capacidad investigadora, intrínseca al desarrollo y avance del conocimiento del que la universidad debe ser máximo exponente y garante. En segundo lugar, su función docente o capacidad de transmisión de conocimientos a las nuevas generaciones, que asegura la pervivencia del cuerpo de conocimiento adquirido por las generaciones anteriores como base del conocimiento y desarrollo futuros. Finalmente, la imbricación de la universidad en la sociedad, por la que aquélla le devuelve parte de los recursos que recibe, dando sentido, por la utilidad prestada, al papel de la universidad en el seno de la sociedad a la que pertenece como una de sus instituciones fundamentales

48 universidades públicas

En este trabajo de la Universidad de Valencia (que figura discretamente en la mitad de la tabla) se ha considerado lo que hacen las 48 universidades públicas españolas. Para la función investigadora, los sexenios y las tesis leídas. Respecto a los sexenios, se trata del reconocimiento externo a la universidad de su capacidad investigadora, expresada a través de la cantidad y calidad de la producción de sus investigadores.

Respecto a las tesis, es expresión directa de la formación investigadora y del dinamismo resultante por las líneas de conocimiento abiertas al futuro. «No se han considerado otros indicios indirectos de calidad, como los relacionados con la difusión y relaciones internacionales de la investigación y de sus investigadores, dada la no exhaustividad de la información disponible; como tampoco indicadores bibliométricos que, a pesar de sus innegables ventajas en la evaluación de la actividad investigadora presentan la limitación de su exclusiva aplicación en los casos en los que los resultados de la investigación dan lugar a publicaciones científicas».

Para la función docente, los autores han considerado el número de abandonos y el número de profesores. Aquél puede considerarse una medida adecuada del fracaso en la actividad universitaria. Mientras que la cantidad de profesores, en términos relativos, manifiesta una mayor dedicación y atención prestada al alumnado. En este trabajo se ha preferido primar el elemento humano frente a otras posibles alternativas, como los medios materiales o las instalaciones, «que si bien facilitan la actividad docente, su buen uso y resultados depende, en gran medida, de la propia actitud de profesores y alumnos», matizan.

Finalmente, para la imbricación en la sociedad se consideran los ingresos en I+D de procedencia privada respecto al total de los mismos gestionados por las universidades. Aquí siempre ha estado el fuerte de la UMA, gracias a sus relaciones con el PTA. Es una manera de evaluar la apuesta de la sociedad por la universidad, asignándole recursos para desarrollar su actividad. La distinción entre ingresos generales y los asignados para I+D distingue la apuesta por las dos facetas anteriores. El dinamismo de una universidad es también, en parte, reflejo del de la sociedad a la que pertenece. Pero está obligada a detectarla e incorporarla a su propio proceso de investigación y desarrollo.

En todo caso, en la UMA insisten en que hay tantos rankings como parámetros quieran ser analizados. Así, Enrique Caro, delegado de la rectora para la Inspección de los Servicios y el Desarrollo Estatutario, destaca cómo la Universidad de Málaga obtiene una mejor puntuación en las clasificaciones internacionales de Shanghai y Scimago (sin duda los ranking con mayor prestigio que se elaboran en todo el mundo) que en la última hecha pública por la Universidad de Granada. En este ranking, la UMA sólo estaría entre las diez mejores de España en Robótica y Telecomunicaciones, en concreto en los puestos 6 y 7 respectivamente. En este caso, sólo se analizaba la capacidad investigadoras por áreas.