Aunque no ha llegado el tiempo aún de lanzar las campanas al vuelo, parece que ya al menos dejamos de preocuparnos de seguir escuchando su tañido de difuntos. Y es que los últimos datos de coyuntura del sector de la construcción pueden interpretarse como el inicio de la tan ansiada recuperación.

Las compraventas de viviendas hasta el tercer trimestre de 2013 se han incrementado en un 12% con respecto a las vendidas en el mismo periodo del año 2012. Málaga es la provincia de España donde se ha producido un mayor incremento, gracias fundamentalmente al interés que sigue despertando en los compradores extranjeros vivir en esta zona privilegiada de la geografía de nuestro país. El 30% de las viviendas que se venden en la actualidad en Málaga corresponden a viviendas que han comprado clientes de otros países, este porcentaje no representa más del 12 por ciento de media en el resto de la península.

Y aunque aún no son cifras suficientes para animar la reactivación de los visados de viviendas y con ellos el inicio de nuevas promociones, son el punto de partida necesario para que el año que viene, quizás, se pueda empezar a ver también un leve repunte en este parámetro.

Sin embargo, si hablamos de obra pública, cuesta más encontrar algunos datos que alienten al optimismo y es que los presupuestos de las Administraciones Públicas son cada vez más exiguos y sigue siendo ésta la tendencia para el 2014. Quizás desde la inconsciencia de no querer pensar el ahorro que supone invertir en el mantenimiento de las infraestructuras existentes, que evita que en poco tiempo se convierta, lo que hoy es una reparación, en una obra nueva, además de olvidar la necesaria mejora de nuestros servicios para mantener a nuestra provincia en la cabeza de los inversores internacionales.

La construcción de obra pública es una industria, una industria relevante, capaz de convertir un millón de euros de inversión en 18 puestos de trabajo, con un retorno de 570.000 euros a las arcas públicas en ahorro de prestaciones al desempleo y recaudación fiscal y todo ello sin olvidar su efecto arrastre sobre otros sectores industriales y hay que cuidarla. Nuestras empresas constructoras son buenas, y prueba de ello son los datos de contratación y facturación en el exterior que ponen de relieve su competitividad, con la que han sabido conquistar nuevos mercados y ocupar posiciones de liderazgo en concesiones de infraestructuras.

Somos plenamente conscientes de que a partir de ahora el futuro del sector será diferente a lo conocido en los últimos años y nos sentimos preparados para afrontarlo. Día a día se asientan las bases de ese cambio. Nuestro futuro tendremos que conquistarlo con esfuerzo, dedicación y sobre todo con profesionalidad, reto para el que demuestran su capacidad muchas empresas de la construcción y promoción con su trabajo, constancia y superación diaria. Pero además, ese buen hacer empresarial tiene que ser apoyado de forma decidida por las diversas administraciones que han de caminar al lado de las empresas, escuchando sus necesidades y propuestas, y ejerciendo la función de dirección política mediante el diseño de una hoja de ruta y de unas reglas de juego consensuadas, claras y duraderas, eliminando cualquier atisbo de inseguridad jurídica, incentivando la creación de nuevas industrias, apoyando la investigación para el desarrollo del tejido productivo y en definitiva apostando por la iniciativa empresarial generadora de empleo, actividad y riqueza. Y por supuesto, todo esto seguirá siendo sólo una quimera si no se culmina la reestructuración del mercado financiero, permitiendo a empresarios y particulares acceder a la financiación en condiciones de equilibrio.

*José Prado es presidente de de la Asociación de Constructores y Promotores de Málaga (ACP)