Han pasado los años pero la memoria visual sigue intacta y además plagada de buenos recuerdos, por eso Ángeles Hervás y Charo Vega recuerdan cada rincón de la actual sede de La Opinión de Málaga, un espacio en el que trabajaron durante 10 y 15 años respectivamente cuando se trataba del acristalado edificio de Holanda Radio Luz, una tienda de electrodomésticos muy querida y recordada todavía por los malagueños.

«En la planta baja estaban los electrodomésticos de alta gama, televisores, frigoríficos, lavadoras y donde trabajábamos nosotras, la segunda planta, estaban las cunas, los parques para niños, las cocinas de gas y eléctricas...», recuerda Charo Vega, que cuando entró a trabajar en la famosa empresa, en 1970, tenía 16 años. Su compañera Ángeles Hervás, entonces con 24, trabajaba de encargada en Siemens en la ronda intermedia y se enteró de que iban a abrir este gran edificio, así que pidió el empleo. «Me lo dijo una amiga que trabajaba enfrente, en almacenes El Águila», recuerda.

Las dos jóvenes entraron en la pequeña tienda del negocio en la esquina de calle Granada con calle San José hasta que se hizo el edificio que se abrió, calculan, hacia 1971. Además, Holanda Radio contaba con la Holanda Radio chica, al lado de La Campana, en la calle Méndez Núñez, que vendía pilas, bombillas y todo lo relacionado con la electricidad; unos talleres en calle Echegaray (abiertos hasta hace un par de años) y los almacenes de la calle Goya, de donde servían a domicilio los pedidos de grandes electrodomésticos. En total, unos 100 empleados (entre ellos los 9 dependientes del edificio principal). En cuanto al nombre del negocio, las antiguas dependientas cuentan que se debe a la estrecha relación comercial con la casa Phillips de Holanda, cuyo anuncio coronaba el edificio, como puede verse en el reportaje.

El fundador de este pequeño imperio, que se anunciaba como el mayor centro de Andalucía de electrodomésticos, fue Eduardo Delgado Castillo, un malagueño del Valle de Abdalajís que comenzó vendiendo «radios por los pueblos en una motillo», recuerda Ángeles Hervás. Las dos amigas sólo tienen recuerdos muy emotivos para su antiguo jefe y para los dos yernos de éste, que se incorporaron al negocio.

«Don Eduardo era una bellísima persona, un hombre muy bueno y cariñoso y muy agradecido con sus empleados, porque si nosotros le hacíamos un regalito que nos costaba 50 y tantas pesetas, él nos regalaba a cada uno 300 pesetas», recuerda Ángeles Hervás. Además, el Día de Reyes, tras hacer el inventario, regalaba 1.500 pesetas a cada uno. La mitad de un sueldo de entonces.

Charo y Ángeles también recuerdan las 300 pesetas que en Feria les repartía para ir a los toros. «La mayoría no se lo gastaba en los toros, pero él se ponía en la puerta, le daba el dinero y le decía a cada uno: que lo disfrute».

Magnetofones, neveras, pick ups (o picús) radios, carritos para niños, cocinas, calefactores, mullidos colchones... todos los avances del mundo moderno llegaban a Málaga y el edificio de Holanda Radio se convirtió en la tienda de referencia.

Si algo quieren destacar, además del buen ambiente de trabajo que se respiraba, era el trato que recibían los clientes. «Fueron años brillantes, se servía y se daba mucha calidad y sobre todo se daba muchísima importancia al cliente. El eslogan de que el cliente siempre lleva la razón aquí era así», destaca Ángeles.

Otro aspecto clave de la tienda, resalta Charo, muy raro en nuestros tiempos: «Se contaba mucho con los trabajadores, la jefa de compras, iba a cada uno de los dependientes y nos pedía consejo: qué era lo que demandaba el público. Contaban contigo».

Las antiguas trabajadoras de Holanda Radio no dejan de dar nombres de personas de la empresa a las que recuerdan con afecto. Entre ellas, Amalia Briasco, Miguel Luque, José Vera, Roque Pineda -padre de Pablo Pineda-...

Era una Málaga todavía con el comercio tradicional por bandera: al lado de Holanda Radio estaba Zulaica, y enfrente Polonio, Sajonia, los almacenes el Águila... Hoy sólo sigue en la zona el bar La Campana. Ángel Hervás dejó Holanda Radio en 1980, Charo Vega en 1985 y «unos meses más tarde» cerró la famosa tienda acristalada. La muerte del fundador años atrás y la llegada del Corte Inglés pudieron con este establecimiento que repartió tanta ilusión, y cuando hacía falta, a pagar en cómodos plazos.

El Día de Reyes, hasta las 4.30 de la madrugada

Periodo de rebajas como se conocen en nuestros días no había pero Holanda Radio en realidad ofrecía descuentos a sus clientes «todos los días», precisa Ángeles Hervás. «Nosotros teníamos descuentos de hasta un 15 y casi un 20 por ciento, pero si se trataba de más de un 20 por ciento porque eran amigos de los jefes y el cliente pinchaba un poco, ya consultábamos con ellos», comenta.

Holanda Radio Luz abría de 9 a 1 y de 4 a 8 de la tarde de lunes a sábado por la mañana y durante un tiempo también abrió los sábados por la tarde.

Como en el resto de la ciudad, la Navidad era la época del año con las ventas más boyantes. «La noche de Reyes siempre terminábamos a las 4 ó 4.30 de la mañana y nos quedábamos sin artículos», cuenta Charo Vega. «La tienda se quedaba pelada», detalla Ángeles.

En cuanto a los artículos, Holanda Radio recibía siempre las últimas novedades, así que había años en que se ponía de moda el magnetofón pequeño, «y eso fue de muerte», recuerda Ángeles Hervás.

Las antiguas dependientas recuerdan que muchas veces se vendían todas las existencias del último grito en electrodomésticos. Las familias malagueñas acudían a comprar el último modelo de cafetera, de secador para el pelo o de repente llegaba «el tiempo de las minipimer».

Ángeles recuerda que lo primero que vendió al entrar en la tienda fue un molinillo de café Braun de tapas rojas. «Creo que valía 300 pesetas, la gente te daba 100 y le ponías tres letras y te pagaban en tres meses por 50 u 80 pesetas al mes. Todo el mundo compraba porque Holanda Radio daba muchas facilidades y había personas que aunque no tenían para dar la entrada, se les daba porque se sabía que pagaban».