Desde una daguerrotipo de 1840 hasta fotómetros del siglo pasado y toda clase de cámaras que se han visto a lo largo de la historia, el coleccionista y aficionado a la fotografía Vicente Arroyo inauguró ayer su exposición con más de 200 muestras. Un pequeño museo que rinde tributo a lo que él mismo llama «la cenicienta» que realiza de manera solidaria para ayudar a los Ángeles Malagueños de la Noche.

Hasta el 5 de enero, en la primera planta del edificio Galaxia se muestra esta exposición que reúne ejemplares de lugares tan dispares como Rusia, Japón, Alemania o EEUU de todas las épocas hasta llegar a la era digital (en los 80). La entrada es gratuita pero los que se acerquen a ver estas auténticas joyas pueden donar un kilo de alimentos o, en su defecto, alguna aportación económica. «Lo que sea, pero algo con lo que podamos ayudar a los Ángeles de la Noche», narra este jubilado.

Casi treinta años de coleccionismo que espera sacarle el máximo partido ahora para ayudar a la asociación que preside Antonio Meléndez y que recibió hace menos de una semana con los brazos abiertos la propuesta de Vicente. Su amistad nació hace escasos siete días, cuando se puso en contacto con los Ángeles de la Noche para proponer montar una exposición que dará todos sus beneficios a la asociación. «Me lo contó y le dije ok. No había más que hablar», cuenta Antonio mientras visita la exposición, que se combina también con fotografías antiguas de la ciudad y carteles que detallan la historia de la fotografía que el propio Vicente ha escrito.

La afición por hacerse con todas las cámaras posibles le viene a Vicente desde pequeño. Su primer contacto con alguna fue con diez años. Ahora a sus 65, enseña en su exposición cuál fue la primera cámara que cayó en sus manos. Una miniatura con su correspondiente funda color marrón que le trajeron a través del contrabando desde Melilla. Preguntarse por qué existían tantas exposiciones y apenas ninguna de la protagonista en cuestión que daba forma a todas esas imágenes expuestas, el motivo por el que comenzó a coleccionar.

Trabajó en un laboratorio de fotografía durante una época pero la vida le hizo que esta pasión solo fuera un pasatiempo. Se dedicó al asesoramiento fiscal y laboral y durante su tiempo libre rebuscó en rastrillos, subastas y a través de internet una nueva cámara que adquirir. La que más dinero le ha costado es el modelo más antiguo, el daguerrotipo, y entre su exposición está la que le llegó la semana pasada. Una cámara color amarillo procedente de Japón, una Motor Marie 35 con flash incorporado.

Con esta iniciativa espera recolectar kilos de comida para entregarlo a su ahora amigo, Antonio Meléndez. Para motivar un poco más su causa, sorteará el próximo 5 de enero diez de sus ejemplares. Papeletas que sacará una mano inocente tras coger el teléfono a todos los que pasen a ver esta cita de lunes a viernes de 11 a 20 horas y los sábados hasta las 14 horas.