La última vez que apareció en La Opinión, en junio del año pasado, acababa de obtener el premio Tristana de novela fantástica con No sé quién eres. Hace un par de semanas la editorial Rey Lear ha publicado Sintecho, con el que ha ganado el Vargas Llosa de novela.

¿Lo suyo tiene truco?

El único truco (si es que puede llamarse truco) es elegir el premio al que presentarse con cierta perspectiva. Es decir, hay premios muy comerciales, premios demasiado importantes que no son aptos para todo tipo de escritores. Es una ingenuidad presentarse a ellos. Por otra parte, me interesan solo los premios que impliquen garantías de calidad en la edición. La elección del premio no tiene que ver con el dinero. De hecho, el anterior, el Tristana, estaba dotado con una cantidad casi ridícula para tratarse de un premio de novela, pero me interesaba mucho la editorial que había detrás (Menoscuarto), y por eso me presenté.

¿Planifica las novelas para presentarlas a esos galardones o van por libre?

No planifico nada. Escribo lo que quiero, lo que me gusta a mí como lector, lo que me sale de las tripas en cada momento. Escribo desde la honestidad más absoluta. Luego intento colocar la novela como mejor puedo. Las he enviado a agencias literarias y a editoriales que me interesaban sin obtener respuestas satisfactorias. Por eso he vuelto una y otra vez a los premios.

¿Cómo nace Sintecho?

Sintecho tiene dos embriones muy distintos, los dos surgidos de anécdotas personales. La primera de ellas me ocurrió al aparcar mi coche junto a un vehículo abandonado, con todas sus ventanillas cubiertas de papel de periódico. Me fijé en él y me di cuenta por un resquicio de que alguien vivía allí. De inmediato supe que dentro de aquel coche había una historia que contar, pero no supe cómo darle cuerpo. La otra anécdota me ocurrió en la playa, cuando me encontré con una niña extranjera que parecía perdida de sus padres. Ambas cosas estuvieron en mi cabeza mucho tiempo, dando vueltas sin parar, hasta que un día chocaron la una con la otra y supe que en realidad estaban conectadas, que se trataba de la misma historia. Entonces surgió la novela. A partir de ahí, todo fue sobre ruedas.

Y la ha ambientado en Málaga, entre una desasosegante avenida de Fátima y el cauce del Guadalmedina. ¿Por qué Málaga y por qué ese rincón de la ciudad?

Porque fue allí, en la avenida de Fátima, donde ocurrió mi encuentro con el coche abandonado, y porque el lecho del río era un excelente marco para el desarrollo del argumento.

Por la obra aparecen muchos mendigos, en unas situaciones que transmiten bastante veracidad. ¿Todo ha salido de su imaginación o hay una parte real?

He visto muchos indigentes bajo los puentes y como toda novela, se trata de una mezcla. Lo que uno ve por ahí y lo que uno imagina que hay detrás, después de ponerse en la piel de los personajes.

Aparte del encuentro que cuenta con esa niña en la playa, ¿se inspiró en el conocido y desgraciado caso de la desaparición de Madeleine McCann en el Algarve?

En ese y en otros. En el mundo hay numerosos casos de niños desaparecidos de los que no ha vuelto a saberse nada, sobre todo en los países subdesarrollados, aunque no sea este el caso de mi novela.

¿Tiene usted algo de Javier Marías?, lo digo por esa forma de escribir escueta y a la vez minuciosa, muy centrada en la vida interior de los personajes.

Nunca se me había ocurrido compararme con Marías, aunque la verdad es que me gustaría, porque es otro de mis autores favoritos. Ciertamente, esta novela se centra mucho en la vida interior de los personajes, aunque eso es algo que tiene que aparecer en toda novela: si no se percibe esa vida interior, nunca parecerán personas reales, no serán creíbles, serán de cartón piedra o, peor aún, de plástico.

La novela tiene dos planos narrativos bastante claros, la vida del mendigo misterioso y la del hombre que se adentra en su vida. ¿Tuvo claro esta manera de contar las cosas desde el principio?

Sí. Esos dos planos eran fundamentales. Uno de ellos narra el argumento de forma más lineal y clásica. El otro es mucho más poético, más visceral. Creo que ambos se complementan para dar una perspectiva completa de la historia que pretendo contar.

Sus obras se publican ante todo porque gana premios. ¿Le gustaría contar con una editorial fija que sacara adelante sus libros?

Por supuesto que sí, pero me gustaría contar cada vez con una editorial más potente, para llegar a más lectores.

¿En qué rincón de Málaga le gustaría situar una próxima novela?

Eso lo tengo muy claro. Durante doce años hice cuatro veces al día el recorrido entre mi casa (en calle Carretería) hasta el colegio (en el Jardín de los Monos), pasando por Álamos, plaza de la Merced y calle Victoria. Ese trayecto espacial y a la vez temporal va a ser el escenario de una novela mía, lo que no tengo claro es cuándo me pondré manos a la obra.

Y hablando de próximas novelas, ¿alguna en preparación?, ¿puede adelantarnos algo?

Actualmente estoy escribiendo una serie de tres o cuatro novelas cortas con cierta base común que me gustaría publicar juntas en un libro. Ya veremos cómo sale.