Málaga vuelve a tener cardenal. El papa Francisco ha nombrado príncipe de la Iglesia a Fernando Sebastián Aguilar, que fuera administrador apostólico de la diócesis entre 1991 y 1993, entre la renuncia de Ramón Buxarrais y la designación de Antonio Dorado como prelado. Dos años en los que, desde su posición como arzobispo coadjutor de Granada, actuó en Málaga en funciones dejando importantes pinceladas de su carisma y filosofía eclesiástica y recibió el cariño de los malagueños, tanto, que tras jubilarse al cumplir los 75 años como arzobispo de Pamplona y Tudela en 2007, fijó su residencia en Málaga, participando desde entonces de forma activa en las principales celebraciones litúrgicas de la ciudad.

Málaga recupera, aunque de forma indirecta, la figura del purpurado. El último fue el cardenal Ángel Herrera Oria, que fue obispo de esta diócesis entre 1947 y 1966. En 1965, tras participar en el Concilio Vaticano II, fue nombrado cardenal ocupando la sede malagueña, y al año siguiente presentó su renuncia por edad.

También fue cardenal Ángel Suquía Goicoechea a partir de 1985, nombrado por Juan Pablo II. Fue obispo de Málaga entre 1969 y 1973.

El Santo Padre ha anunciado la creación de 19 nuevos cardenales, los primeros de su pontificado, durante el rezo del Ángelus celebrado en la mañana de ayer en la Plaza de San Pedro, en Roma, con motivo de la solemnidad del Bautismo de Cristo. Los nuevos miembros del Sacro Colegio Cardenalicio recibirán sus nombramientos en una ceremonia que tendrá lugar el próximo 22 de febrero, en la fiesta de la Cátedra de San Pedro. De ellos, el único español es Sebastián Aguilar. Otros siete son latinoamericanos.

Sebastián ha sido vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española en dos etapas (1993-1999 y 2002-2005) y secretario general (1982-1988). En julio de 2007 el Papa aceptó su renuncia como arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela que había presentado cuando cumplió los 75 años. Entonces trasladó su residencia a Málaga.

Liberado del gobierno pastoral, Benedicto XVI le confió la dirección de Lumen Dei como superior general durante aproximadamente un año. Asimismo, el 26 de abril de 2012 le fue impuesta la Medalla de Oro de la Fundación Pablo VI.

Fernando Sebastián nació en Calatayud (Zaragoza) el 14 de diciembre de 1929. Ingresó en la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Misioneros Claretianos) en Vic (Barcelona) en 1945 y profesó en ella en 1946. Una vez terminados los estudios filosóficos y teológicos en los Seminarios de la Congregación, en Solsona (Lérida) y Valls (Tarragona), fue ordenado sacerdote en Valls el 28 de junio de 1953.

Con posterioridad, se especializó en Teología en Roma y amplió estudios en la Universidad de Lovaina (Bélgica) sobre Filosofía con temporánea, Teología fundamental, Teología y Pastoral de los sacramentos. Fue miembro de la Sociedad Mariológica Española (1959), director de la Revista Ephemerides Mariologicae (1966) y fundador de la revista Iglesia Viva (1966), que dirigió hasta 1971.

En 1967 comenzó su labor docente en la Universidad Pontificia de Salamanca, donde fue decano de la Facultad de Teología en 1970 y rector de la institución académica entre 1971 y 1979, año en el que fue nombrado obispo de León por Juan Pablo II, donde ocupó el cargo hasta 1983.

En 1988 fue designado obispo coadjutor de Granada, por este motivo, quedando vacante la sede malacitana tras la renuncia de Ramón Buxarrais y su marcha a Melilla, Fernando Sebastián actuó como administrador apostólico, al ser Málaga diócesis sufragánea de la granadina, hasta la llegada de Antonio Dorado Soto en 1993. Entonces fue nombrado arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, hasta su «jubilación» en 2007 con 77 años de edad. En este tiempo, desempeñó también la tarea de administrador apostólico de Calahorra y La Calzada-Logroño durante un año (2003-2004). En su etapa en la diócesis navarra tuvo que afrontar y enfrentarse al terrorismo y a los nacionalistas.

Hay quienes consideran a Fernando Sebastián como uno de los cerebros de la Conferencia Episcopal durante décadas y el último de los prelados taranconianos en activo. Participó en seis asambleas del Sínodo de los Obispos y formó parte de la Comisión preparatoria para la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a Europa.

«Siento agradecimiento al Santo Padre por este gesto de estima, gratuito, que yo no tengo ningún mérito para recibir, y también quiero agradecerlo al Señor y pedirle la gracia de seguir en su servicio mientras esté en este mundo», señaló ayer Sebastián tras conocer su nombramiento en palabras que recoge la web del Obispado.

Al tener más de 80 años de edad, pese a formar parte del colegio cardenalicio, Sebastián ya no podrá formar parte de los concilios que se reúnen para elegir Papa.