Como habrán escuchado decenas de veces para que llegue la inspiración lo mejor es que te pille trabajando. O paseando, como hacía Georges Simenon y le fue bien porque con este sistema casi llegó a escribir doscientas novelas.

Woody Allen es otro caso singular: si se le ocurre una idea, escribe ese fugaz esbozo en un papelito y lo guarda en un cajón. Cuando ha acabado de rodar una película y va a escribir la siguiente, sólo tiene que abrir el cajón, rebuscar entre las tiras de papeles y dejar que la inspiración (y el trabajo) sigan su curso.

La historia de hoy es digna de ser conservada en un cajón de Manhattan y extraída en el momento oportuno por Allen. También podría haber inspirado una película a Frank Capra o a Ladislao Vadja. Nos la comenta un amable lector, Ángel, el protagonista de la historia. El pasado día 8 salió a dar un paseo por Málaga y dejó en casa el teléfono móvil, que se estaba cargando, así que se aventuró por las calles de la capital felizmente incomunicado, un raro privilegio en nuestros días. Pero dio la casualidad de que en ese momento su mujer tenía que llamarle con urgencia y no pudo. El hijo de ambos había sufrido una contractura seria en la espalda y apenas podía moverse,así que se desplazó al vecino centro de salud de la Victoria, en la calle Chaves, donde se puso a esperar con paciencia en una larga cola.

Y ahora viene la escena peliculera porque Ángel, en mitad del paseo, decidió aprovechar para renovar la tarjeta en el centro de salud de la calle Chaves y al ver tanta gente esperando, pensó que lo mejor era ir directo a su médico de cabecera. Al fin y al cabo, solo había una persona esperando. Y ahora dejemos hablar a Ángel: «Mientras esperaba, vi llegar a mi hijo más derecho que Frankestein, con la espalda dolorida y con el mismo pensamiento que yo, cuando se percató de mi presencia».

Padre e hijo habían tenido la misma idea y en ese momento el médico abrió la puerta y al conocerlos desde hace tiempo, dejó que entraran los dos. Ángel renovó la tarjeta y su hijo salió de la consulta mucho más aliviado de la espalda. ¿Qué pensó Ángel de esta casualidad feliz?: «Creo en los milagros, aunque sea poco creyente, porque todo sucedió a la misma hora y en un lugar poco frecuente y mi hijo no podía localizarme de ninguna manera».

Creo en los milagros, por cierto, es el título de un cuento que Ángel escribió días atrás y que para él se hizo realidad de esta bonita forma. Gracias por compartirlo.

Historia y espectáculo | La pasada semana el canal Discovery Max emitió un programa sobre la conquista de Málaga por los Reyes Católicos. Fue una estupenda ocasión para disfrutar de recreaciones por ordenador de la Málaga musulmana, nunca antes vistas, de conocer lugares frecuentados por muy pocas personas como la cárcel subterránea de Gibralfaro o la coracha terrestre y de ver lo bien que se puede recrear una batalla de hace cinco siglos, echando mano de técnicas cinematográficas dignas de una superproducción.