La normalidad de un mercado en Bagdad se ve rota por la entrada de soldados norteamericanos, que empiezan a controlar los accesos y a identificar a los iraquíes que se encuentran a su paso. La confusión y el caos reinante muestra al invasor que la operación no va a ser tan sencilla. ¿Capturar a Sadam? Cómo si no se diferencia al civil del insurgente. Quedan 16 horas por delante para responder a esta pregunta.

En realidad esta misión no se desarrolla en 2003, durante la segunda guerra de Irak que concluyó con la invasión del país y su ocupación, tras derrocar el régimen de Sadam Husein. La escena es de ayer por la tarde en la antigua Ciudad de Cine de Coín, y viejo escenario de la serie Arrayán, en una partida del nuevo juego de guerra de moda: el airsoft. De hecho, ha terminando rebautizando estos escenarios como la Ciudad del Airsoft.

Este juego no tiene nada que ver con el paintball. Primera regla que hay que tener en cuenta. Nada de bolsa de pinturas, ni monos verdes o caretas de plástico. El airsoft es un juego de guerra, sí, pero que busca la simulación realista. Los jugadores acuden vestidos con uniformes que imitan a los reales y las armas, adaptadas para lanzar unas pequeñas bolitas de PVC o plásticos biodegradables, se podrían confundir con uno real. El objetivo es meterse en el papel, vivir la aventura, olvidar los problemas diarios y ser el protagonista de una historia. Al menos durante unas pocas horas.

La ahora Ciudad del Airsoft de Coín fue el escenario ayer de una de estas partidas. La Operación Sadam, organizada por la empresa Eventos by Rotack en colaboración con Fullmetal Málaga, trajo a la provincia a 170 jugadores de distintos puntos de España, a los que habría que sumar 30 figurantes con distintos papeles para dar ambiente al pueblo, adornado con un zoco, puestos para tomar te y dulces árabes, banderas de Irak, carteles de Sadam e, incluso, una imitación de la famosa estatua del líder iraquí que fue derribada en Bagdad tras su conquista.

«Los jugadores veteranos valoran mucho el ambiente y les gusta ver que parte del dinero que pagan se invierta en su disfrute», apunta Rotack, como se conoce a Isidro Torres, organizador de esta partida. «La gente valora mucho este tipo de juegos y de hecho he completado las 170 plazas en apenas 5 horas y hay hasta lista de espera», indica Rotack, quien señala que han llegado jugadores de distintos puntos de España como Sevilla, Melilla, Badajoz o Madrid, entre otros, además de la propia Málaga.

Redes sociales y clubes

Cada jugador abona 30 euros por participar en una partida como ésta, en la que hay un mayor cuidado de la ambientación, una historia y misiones que se desarrollan a lo largo de unas 19 horas. Son las que denomina como Mini Milsim, una versión diferente y novedosa de las simulaciones militares y que se acercan a los juegos de rol. Cada bando asume un papel y actúa en función de sus características. El invasor cachea, controla a la población y se defiende en un ambiente hostil. El bando iraquí se confunde con la población civil. Ambos tienen objetivos que cumplir y poco a poco se vivirá una escalada del enfrentamiento. Eso sí, con unas estrictas reglas de respeto al contrario y juego limpio. Quien no las cumple, va a la calle.

«La gente busca un poco de adrenalina, olvidar los problemas y la rutina por unas horas y disfrutar de una aventura», asegura Rotcko, quien señala que es un deporte que se puede practicar a cualquier edad. De hecho, en la partida de ayer se mezclaban veinteañeros con jugadores que rozaban los 60 años. Sin embargo, las fronteras sociales entre los participantes se difuminaban desde que el coche de dejaba en el aparcamiento. Edad, estatus social, educación u origen pasaban a un segundo plano. Todos se consideran jugadores y compañeros.

Esta afición va más allá de algunos fines de semana de encuentros en partidas. Muchos se organizan por clubes donde se reúnen, intercambias experiencia y se organizan para hacer expediciones en grupo con la idea de participar en una partida. «Los Barbudos de Melilla» o «Los Bandoleros de Casariche» son algunos de los clubes que estuvieron ayer presentes en la partida, con madrugón incluido para llegar sobre las 12.30 horas a la Ciudad del Airsoft de Coín.

Las redes sociales son fundamentales para comunicar los clubes y organizar partidas. No todas son como Operación Sadam. Las hay simples y de menos duración. Cincuenta personas en dos equipos y cuatro horas en las que se persiguen y se disparan. «El jugador de airsoft juega a ellas para quitarse el gusanillo, pero lo que gusta son las Milsim», señala Rotack.

Vanessa Cabello, de Eventos by Rotack, reconoce que hay pocas mujeres todavía: «Se ve como un deporte de hombres, pero te respetan cuando juegas».

Táctica, estrategia y buena puntería son fundamentales para apurar las opciones que ofrecen estas partidas, pero también la fidelidad en la recreación de los trajes y armas son claves para entender este juego, donde un buen guión transporta a los jugadores una aventura sin riesgos durante unas horas.