­A pesar de los recortes, la angustia y la incertidumbre que reina entre los investigadores de la Universidad de Málaga, los distintos grupos mantienen su trabajo y sobreviven en los laboratorios. Disponen de menos recursos pero agudizan el ingenio. Los contactos con las empresas son fluidos y cordiales, a pesar de la crisis económica que también las atenaza. Los empresarios confían en la UMA y la calidad de los trabajos que desarrolla, de ahí que continúe apostando por ella. Durante 2013, según los datos aportados por la OTRI (Oficina de Transferencia de los Resultados de la Investigación) se han firmado 485 contratos, por un valor de 9 millones de euros. Son más que hace un año, pero la cuantía es inferior.

La institución académica malagueña sigue cumpliendo así con uno de sus objetivos principales: transferir su conocimiento; devolver a la sociedad lo que ésta le da. Estos contratos no significan que la UMA haya ingresado este dinero durante el pasado año, sino que es la cantidad contratada. De hecho, a lo largo de 2013 facturó 8 millones de euros de contratos firmados con anterioridad, según matizaron las fuentes consultadas. La OTRI señala que la menor cuantía de los contratos se debe, fundamentalmente, a su duración. «Hay menos dinero en circulación y eso provoca que los contratos sean por menor importe y a más corto plazo, pero de alguna manera esto nos permitirá también cobrar antes», sostienen los técnicos.

El año anterior los grupos firmaron 800 contratos por valor de 13 millones de euros. Ahí está la diferencia. No hay cambios, sin embargo, en la confianza que tienen las empresas en el talento de la Universidad malagueña para innovar sus productos. Y cada vez más, a pesar de la crisis económica, aunque quede demostrado que también afecta.

Existe además una progresión muy grande en la internacionalización de los grupos, ya que también son cada vez más las empresas extranjeras las que llaman a la puerta de la Universidad de Málaga. De hecho, la mayoría son empresas de fuera de la provincia.

Las áreas más demandadas y más contratadas siguen siendo las de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y las Tecnologías de la Producción (TEP). «Pero la variedad de servicios que nuestros investigadores le prestan a las empresas es tan amplia como las ramas de conocimiento a las que se dedican todos los grupos», agregan en la OTRI.

Según la web de la Universidad de Málaga, en la actualidad existen 290 grupos de investigación. Son doce más que hace un año, a pesar de las penurias económicas por la que pasan investigadores y becarios. Muchos de ellos apuestan por las patentes para transferir sus avances. De hecho, la UMA estaba entre las cinco de España que más patentes solicita, según la CRUE. Antes se patentaba mucho menos, pero los investigadores ya saben que proteger el resultado de una investigación ya tiene el mismo mérito académico que publicar en una revista científica. Además, también se han dado cuenta de que es mejor que exista una patente, ya que las empresas están más dispuestas a asumir el riesgo de invertir si se garantizan que van a poder explotar el producto en exclusiva.

Durante el pasado año 2013, los investigadores malagueños solicitaron 24 patentes, tanto a la Oficinal Nacional como tramitándolas en virtud del Tratado de Cooperación de Patentes (PCT), que permite solicitar protección para una invención simultáneamente en un gran número de países.

Proyectos internacionales

La OTRI informa también de que durante 2013 los grupos han estado trabajando en 45 proyectos de investigación internacionales, aprobados en el séptimo programa marco de la UE, de la que han recibido financiación. Del mismo modo, a lo largo del recién acabado año se le aprobaron otros ocho proyectos europeos, por lo que en total serían 53, lo que da una idea de la estrategia de internacionalización de la UMA.

Es más, en la OTRI destacan que el porcentaje de éxito de los investigadores malagueños es altísimo, comparado con la media europea. El 30% de los grupos que presentan sus proyectos, tras superar una compleja burocracia, logra financiación, cuando en Europa esta tasa es del 20%. Por este motivo, la I+D+i de la UMA tiene grandes esperanzas puestas en el plan Horizonte 2020, que sustituirá a los programas marco, y que simplificará la tramitación.

Jorge Macías / Matemáticas«Los recortes en I+D provocaron que tuviéramos que cambiar el proyecto»

Jorge Macías coordina el grupo de investigación de la Universidad de Málaga sobre Ecuaciones Diferenciales, Análisis Numérico y Aplicaciones (EDANYA). «Somos matemáticos aplicados, utilizamos las matemáticas buscando aplicaciones geofísicas, simulación de fluidos, principalmente si se encuentran en el medio ambiente», dice Macías. EDANYA cuenta con una plantilla de diez personas: ocho profesores de la UMA, un becario y una persona contratada gracias a los fondos que reciben de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, de Estados Unidos, y del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología, de Italia; que realizan una aportación económica a sus causas. «Actualmente tenemos dos proyectos de la Junta de Andalucía y otro del Plan Nacional de Investigación del Gobierno. Uno de ellos se trata de tomar datos en la desembocadura del Río Guadalhorce para saber como evolucionan las corrientes, pero los recortes en I+D provocaron que tuviéramos que cambiar el proyecto una vez hecho, ya que íbamos a colocar una bolla en el río para conocer a tiempo real la evolución y no pudimos comprarla». Aunque han intentado patentar una plataforma para enviar y recibir cálculos de los fluidos, ellos son partidarios de publicar y exponer los resultados en congresos y convenciones: «La información debe difundirse. Además, es muy difícil patentar». El grupo cuenta con una amplia experiencia en Análisis Numérico y centra su investigación en la simulación numérica de fluidos geofísicos mediante la solución numérica de modelos hidrodinámico. Además del desarrollo de software, el grupo ha implementado una interfaz web versátiles para computación intensiva en grupos de CPU y GPU.

Álvaro sánchez

Víctor Muñoz / Robótica médica«Los contratos o no se pueden renovar o se hacen con menor temporalidad»

El equipo de investigación en robótica médica de la Universidad de Málaga, coordinado p­­or Víctor Muñoz, sobrevive gracias al Plan Nacional de Investigación del Gobierno y a contratos con empresas de robótica. El grupo está formado por seis doctores y un becario, pero la crisis ha provocado que los contratos no se puedan renovar o que se hagan con menor temporalidad. Para hacer frente a estos inconvenientes, la solución que ellos han elegido es «acudir más a Europa y buscar contratos con empresas a medida», cuenta Muñoz. Entre sus hallazgos está haber logrado que un robot realice tareas de cirugía: «Le hablas al robot y este aprende del cirujano. El objetivo es intentar que sean más humanos». Actualmente llevan a cabo tres proyectos: «Tenemos uno de robótica quirúrgica en el que estamos acabando un pequeño robot que ayuda a operar; otro para la empresa Tecnalia para crear un robot para el Hospital Reina Sofía (Córdoba), y el último es sobre telescopios robóticos en el que a través de una aplicación web eliges el telescopio de una red mundial que mejor pueda hacer una foto determinada». Para mantener la idea original de los robots, ellos primero patentan «para no perderla» y después publican. «Cuando viene una empresa lo primero que mira es la cartera de patentes». El grupo de investigación está formado por profesores del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática y de la Primera Cátedra de Cirugía. Los componentes del grupo de ingeniería llevan trabajando en las áreas de robótica, telemanipulación y visión artificial desde 1990, participando y dirigiendo numerosos proyectos de investigación. Además, los investigadores de la Primera Cátedra de Cirugía han sido pioneros en España en el campo de la cirugía laparoscópica.

Á. S.

Rosa Esteve / Psicología«Tenemos mil euros para seguir con las investigaciones y publicar»

El grupo de investigación Vulnerabilidad al Dolor Crónico: Implicaciones para la Intervención Psicológica del que forma parte Rosa Esteve estudia «los aspectos psicológicos del dolor crónico, cómo se puede influir desde la psicología a paliar este problema», dice. Actualmente está integrado por cuatro profesoras de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga, el jefe de la Unidad Clínica del Dolor de la Residencia Carlos Haya y un becario. Habitualmente están subvencionados por las becas del Gobierno y las de la Junta de Andalucía. El último proyecto lo tuvieron suspendido hasta noviembre debido a que las becas de excelencia del Gobierno andaluz del año pasado se demoraron. «Prácticamente estamos sin recursos. Tenemos 1.000 euros para seguir con las investigaciones y publicar ya que tenemos muy limitado ir a congresos y convenciones debido a que los europeos tienen una matrícula elevadísima. Llevamos cinco años en esta situación». La aplicación de sus proyectos sirve «tanto de tipo preventivo, para intervenir, como para mejorar los dolores crónicos de las personas. Somos capaces de saber si los dolores serán crónicos». Además de la investigación, han colaborado con el Hospital Costa del Sol y han desarrollado una aplicación para la empresa Melomic sobre música para facilitar el sueño. Los proyectos se realizan con muestras de pacientes aquejados de diversos síndromes de dolor crónico. En el estudio actual se pondrá a prueba un modelo teórico que contempla las variables implicadas en el proceso de cronificación del dolor. Se analizará aquellas variables psicosociales que anteceden a una experiencia de dolor y permiten predecir la aparición de un síndrome de dolor crónico.

Á. S.