­Un grupo de en torno a trescientos vecinos de la barriada de la Luz, muy indignados con el brutal asesinato de Estefanía, una mujer de 26 años, y Aarón, su hijo de cinco años, el pasado septiembre, casi lograron linchar ayer al supuesto autor del crimen, exmarido y padre de las víctimas, Miguel Ángel G. G., después de que la Policía Nacional, liderada por la juez del caso, la fiscal y los abogados defensor y de la acusación particular, tratara de reconstruir el crimen en el número 3 de la avenida Isaac Peral de la capital. Apenas una decena de agentes se vieron absolutamente impotentes para contener a la turba.

La Policía Local y la Nacional acordonaron el portal, y el supuesto asesino llegó escoltado antes de las 9.00 horas de la mañana. En ese momento, varias decenas de habitantes se daban cita en el portal del edificio y recibían al individuo con gritos de «asesino» y «te vamos a matar». Dentro, en el primer piso los investigadores reconstruían el cruento crimen de septiembre de 2013.

La diligencia se desarrolló durante tres horas, mientras que abajo la pléyade de vecinos iba sumando números a cada minuto gracias a la presencia de los periodistas, los móviles y las redes sociales. Al filo del mediodía, se arracimaban en torno a las puertas entre trescientas y cuatrocientas personas y varios equipos de televisión. Todo hacía sospechar que la presencia policial era a todas luces insuficiente. Cuando pasadas las 12.00 horas acabaron con el trabajo, los agentes sacaron al individuo, que iba esposado con las manos a la altura de la cintura, y se cubría el rostro con la capucha de un chándal y una braga, éste, según algunos de los presentes, comenzó a sonreír y se encaró con ellos.

Otra vez el gentío, muy indignado, prorrumpió en todo tipo de insultos, pero la versión de varios vecinos coincide en que los ánimos se exacerbaron cuando el presunto criminal comenzó a insultar a los habitantes. «Se ha encarado a la gente, iba con las bragas y la capucha, insultando», dice Francisco Javier Bañasco, uno de los pocos que se atrevió a dar su nombre.

Algunos de los congregados, explica, se saltaron el cordón policial tratando de encararse con el arrestado, que seguía siendo conducido hacia el coche rodeado de agentes. «Han metido el coche en el cordón policial, e incluso un vecino se ha subido encima», precisa, y añade: «Es que hay mucha indignación». Éste señala que al exmarido de Estefanía le tiraron dos mecheros. «Se ha corrido la voz por teléfono y ha venido más gente», indica. No pasó nada, precisamente, porque medió la policía: «Ha mediado la policía, incluso con porras, había diez o doce funcionarios», añade.

Otros vecinos se quejaban de que los agentes tuvieron que emplearse a fondo con ellos y que incluso recibieron algún golpe de la porra. Una vez dentro del coche, la muchedumbre se abalanzó sobre el arrestado. Una de las habitantes de la zona, que prefiere no decir su nombre, aclara: «Es que se ha encarado con la gente; le han llamado de todo, han intentado hablar con él, no pegarle». Muchos gritaban: «Todos somos Estefanía y Aarón».

Otro de los vecinos afirmó: «La verdad es que hemos ido todos a por él, pero la policía ha cargado contra nosotros. ¿Encima, después de lo que has hecho, vas a salir con chulería?». Los escasos funcionarios destacados en la zona lo pasaron mal y trataron de que el supuesto asesino no sufriera daño alguno. Una señora se desmayó por los nervios, y muchas de las amigas de Estefanía lloraban mientras que la indignación crecía.

El hallazgo de los cuerpos se produjo el 23 de septiembre, después de que un vecino alertara sobre una fuerte discusión. La policía se desplazó al número 3 de la calle Isaac Peral y localizó los dos cadáveres. Esa misma mañana, el padre de Estefanía, al no saber nada de ella, entró por el balcón. Allí se encontraba el agresor, que se incorporó de la cama, forcejeó con su exsuegro, huyó en un vehículo y fue arrestado mientras huía por la autovía, en Ciudad Jardín. Los cuerpos revelaban síntomas de asfixia. El hombre, según las fuentes, tenía problemas con las drogas y se derrumbó en varias ocasiones durante la reconstrucción.