­La oferta de alojamientos no deja de crecer. Ni la crisis ni el debate sobre el exceso de la planta hotelera de la Costa del Sol han arredrado a los inversores de Málaga, que en los últimos años han visto en la vertiginosa eclosión turística de la ciudad una oportunidad para contrarrestar la parálisis de la economía y frenar el hundimiento. Entre 2009 y 2013, el periodo más destructivo para las empresas, el número de plazas se incrementó un 20,4 por ciento. Y la ecuación, lejos de agotarse, prosigue en aumento.

Según el registro general de Turismo Andaluz, Málaga tiene dados de alta ocho nuevos proyectos. Eso significa que al margen de las iniciativas en fase de gestión, y de las que este periódico dio cuenta en su edición del pasado 3 de febrero, la capital de la provincia cuenta ya con iniciativas maduras y avanzadas en sus trámites burocráticos. Tantas como para elevar la cifra general de establecimientos, que actualmente se detiene en 190, a una nueva cima de récord. Si en los próximos años no se producen cierres, la ciudad llegará por primera vez en su historia a los dos centenares de centros de hospedaje. Y, además, con un efecto de islote sumergido en otro islote, el del turismo, que últimamente parece alejarse definitivamente de la lógica en decadencia que gobierna el resto de sectores.

Predominio hotelero

La evolución turística de Málaga ha sido espectacular. Incluso superior en sus ritmos de crecimiento a la de resto de la provincia. Con la mayoría de sus actividades empantanadas por la crisis, los números que maneja la industria casi permiten hablar de milagro. Y el reflejo está en la oferta, que crece. Principalmente en el formato más demandado, el hotelero, que concentra ya dos tercios de las plazas. Aunque sin detrimento de fórmulas que hace tan sólo un lustro eran inexistentes en la ciudad y que han crecido amarradas a la crisis y el despegue del turismo joven. Entre los ocho proyectos registrados en Turismo Andaluz, figuran tres hoteles (dos de 4 estrellas y uno de 2); dos hostales (uno de 3 estrellas y otro de 1) y tres pensiones. Una distribución que ahonda en la línea de crecimiento de los últimos años, pródiga en hoteles de alta categoría y en la variedad de formatos.

De acuerdo con las cifras compiladas por el Ayuntamiento, los apartamentos constituyen la modalidad que más crece en Málaga (un 675 por ciento entre 2009 y 2013). Sin embargo, su peso en el conjunto de la oferta es todavía muy pobre: la ciudad apenas cuenta con 31, que suman 604 plazas, el 5,7 por ciento del total. En este caso, el salto viene magnificado por la ausencia de precedentes. La capital de la Costa del Sol se estrena en el negocio, aunque a un ritmo soberanamente pausado en comparación con el resto de posibilidades. Las razones son resumidas por Damián Caneda, concejal de Cultura, Turismo y Deporte: «Málaga es un destino que funciona muy bien para las escapadas de city break, de fin de semana y los apartamentos son contratados en general para estancias más prolongadas», indica.

Auge de hostales

Circunstancias muy distintas son las que rodean a los hostales y las pensiones, que se han disparado en el último lustro. En muchos casos, como señala Caneda, a horcajadas de la evolución de un tipo de turismo indisolublemente asociado a la nueva economía. Con la crisis, son muchos, y no necesariamente jóvenes, los que deciden viajar a precios más bajos. Un perfil de cliente que en Málaga no es, ni mucho menos mayoritario, pero que suma. Especialmente, en el consumo de ocio y de cultura. «Nuestro turista principal es el congresista o profesional de entre 35 y 45 años, pero en los últimos tiempos se ha logrado también desarrollar una oferta que atrae a este tipo de público. Todos aportan», precisa.

Los hostales, ´hostels´ y pensiones concentran ya más del 33 por ciento de los establecimientos de hospedaje de Málaga. Su cuota de mercado en plazas es del 17,5 por ciento, la más alta después de la de los hoteles. Para Francisco Moro, vicepresidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (Aehcos), la explicación está muy relacionada también con las exigencias técnicas y de inversión, que son mucho más bajas que en el caso de los hoteles. «Si se quiere abrir un hotel se demanda en función del número de estrellas una serie de dimensiones y de espacios que son muy diferentes a los de los hostales», reseña. El cliente, de acuerdo con los expertos, no cambia. Simplemente, se amplía y deja sitio a otras alternativas. Es la apuesta por la diversificación. Málaga, a nivel turístico, sigue todavía de parto.