Ha pasado a un segundo plano. Quizá incluso condenado al ostracismo por la expansión turística del aeropuerto, que cuenta sus temporadas con saltos hacia adelante, pero sin que su indicador más enflaquecido acabe por encontrar el camino de vuelta a la rentabilidad. El tráfico aéreo de mercancías se ha desplomado en Málaga, y, pese a que la vocación de la terminal sigue estando en el desplazamiento de pasajeros, con crecimientos sobresalientes, se buscan vías para mejorar los datos y recuperar los números que gobernaban en las décadas anteriores.

De momento, son los agentes de la aduana los que han dado el primer paso con la constitución de la Plataforma de Carga Área de Málaga, un colectivo cuyo objetivo de partida estriba en crear una mesa de trabajo para diagnosticar el problema local del sector y plantear propuestas que impidan que el aeropuerto evolucione en una doble velocidad parecida a la del puerto, donde la eclosión de la actividad turística ha coincidido con la degeneración del transporte mercantil.

La tarea, si se atiende a las cifras, no se antoja fácil. Especialmente, porque Málaga, en lo que se refiere a las mercancías, anda instalada en una depresión tan abultada como constante. En los últimos veintitrés años el aeropuerto ha pasado de gestionar 7.603,131 kilos de material a conformarse con 2.661, 017 por temporada, lo que refleja una caída del 65 por ciento. Un descenso que, además, está muy lejos de coincidir con un declive generalizado. En el mismo periodo, sin ir más lejos, la terminal triplicó su volumen de pasajeros y completó con hidalguía el expediente en cuanto al registro de operaciones -102.359 en 2013, un 0,2 más que durante el ejercicio anterior-.

La profundidad de la caída se aprecia con mayor carga dramática si se propone como segundo elemento de la comparación el año 2000, que se cerró con la mejor cifra en movimientos de mercancías de las dos últimas décadas. Durante ese curso en Málaga se trasegó con 9.880.791 kilos, 7.219.774 más que en 2013. La deriva de la actividad se percibe también en la evolución durante el periodo de crisis; desde 2007 el sector no consigue cerrar un curso en el aeropuerto sin ahondar en el descalabro.

El contraste es cada vez más acusado. Mientras que en número de pasajeros y de vuelos, las dos variables más relevantes, Málaga se consolida en la cuarta plaza de la red nacional, en el transporte mercantil la fluctuación es más amplia. En la última referencia, la de 2013, había, incluso, hasta diez terminales con mejores datos. Entre ellas, las correspondientes a áreas con menos presión comercial y económica. Y con una obstinación que no puede ampararse en causas estrictamente globales. En las dos últimas décadas, las actividades de carga y descarga de los aeropuertos han padecido altibajos, pero sin que el balance final, al contrario que el de Málaga, acabe en descenso. Además, se dan casos de desarrollos en paralelo como el del aeropuerto de Sevilla, que se plantó en 1990 con la mitad de mercancías que el de la Costa del Sol y finiquitó el periodo justamente lo contrario, con el doble de kilos movidos en un año. En este caso, fue 2005 el primero que marcó el cambio de tendencia.

La puesta a punto del transporte de mercancías requerirá atender también a las cifras individuales de cada mercado. La pérdida de pujanza no es ajena a las dificultades que atraviesa la economía española, que ha rebajado su exigencia en el grueso de sectores. El tráfico nacional ha descendido en Málaga un 94,5 por ciento, al pasar de los 5.316.576 kilos a 872.648. No obstante, el intercambio de mercancías con el extranjero tampoco ha experimentado, ni mucho menos, una mejoría, con una caída del 19,6 por ciento en relación a 1990 y del 65,3 en relación a hace trece años.

La recién constituida plataforma quiere activar en los próximos meses el trabajo para recuperar la carga y descarga, cuya evolución, señala, compete a numerosas administraciones, entre las que también figura la Subdelegación del Gobierno. Los números actualmente hablan de una tendencia que discurre por un derrotero muy distinto al del resto de servicios del aeropuerto. De hecho, la terminal acaba de sobreponerse incluso al mayor punto débil en la afluencia de pasajeros, la caída de la demanda invernal, que se precipita regularmente a partir del mes de noviembre. En esta ocasión, Málaga ha zanjado el periodo con incrementos y se prepara para un nuevo movimiento al alza; en este caso el que comprende la temporada de verano, que en términos aeroportuarios arranca a finales de este mes de marzo.