­A punto de finalizar sus estudios de Medicina en la Universidad Complutense, Miguel Gutiérrez (Madrid, 1990) vuelve a casa por Cuaresma. Aquel niño que creció con los cuentos cofrades que su padre le escribía, hoy será la voz de la juventud cofrade en el paraninfo de la UMA, a las 19.30 horas. Nieto del alcalde Gutiérrez Mata, con solo 19 años escribió su primera novela, La leyenda del Nazareno, representada en el Cervantes en noviembre. Nunca ha vivido en Málaga, pero pocos aman a esta ciudad como este archicofrade de la Esperanza.

¿Qué le pone más nervioso; los exámenes de sexto de Medicina o el Pregón de la Juventud?

(Risas) Los exámenes, sin duda. El pregón no es más que hablar entre mis hermanos, que me evaluarán desde el cariño. Espero sacar buena nota.

¿Qué sintió cuándo le designaron pregonero?

Incredulidad e ilusión. Nunca lo esperas. No podré olvidar aquella llamada de Fernando Galeote, hermano mayor de la Humildad. Lo afronto con responsabilidad; asumo que se espera bastante de lo que tenga que decir.

¿Qué quiere transmitir en su pregón?

Cariño, mucho cariño. Ahondar en nuestras virtudes y defectos con seda pero sin callar verdades que han de ser dichas. Ante todo, quiero que a la conclusión todos sientan que pregonó un paisano, uno de los suyos.

¿Están los jóvenes cofrades integrados lo suficiente en los órganos de gobierno de nuestras hermandades?

Es una realidad polarizada. Hay hermandades modélicas y otras donde se desaprovecha a la juventud. Existe, no obstante, mayor conciencia.

Según su diagnóstico, ¿cuáles serían las dolencias de la juventud cofrade?

La juventud tiene un trastorno de hormona del crecimiento en algunas cofradías porque sus mayores la inhiben; amnesia de las cosas que verdaderamente importan y ceguera sentimental al prójimo. Y me sitúo el primero en la trinchera de mi crítica.

¿Quiénes son los referentes cofrades de Miguel Gutiérrez?

Mi padre. Alfa y omega. Y de ahí en adelante, desde Sánchez López a José Jiménez Guerrero en vasta cultura, a Pedro Alarcón en su inabarcable sapiencia artística, pasando por Jesús Castellanos como cofrade total o Alejandro Cerezo como cúspide, para mí, de la juventud cofrade. Procuro empaparme de quienes hacen pensar, caso del cofrade que firma bajo el pseudónimo Puentiferario o Salvador Marín.

¿Nos puede anticipar algo referente a la escenografía?

Francisco Cidfuentes ha sabido volcar mis hermandades en la ornamentación del escenario, en una idea original en la que conté con la ayuda de Álvaro García Alarcón. La escenografía compilará mis tres hermandades penitenciales -Esperanza, Dolores del Puente y Humildad- mediante la simbología.

¿Ha hablado con otros pregoneros de la Juventud o le han dado algún consejo que le haya marcado?

Mantuve recientemente un encuentro con López Taza sumamente enriquecedor; y en su día, Damián Lampérez me ofreció unas palabras preciosas, así como capté de Paco Jiménez Valverde y Raquel Espejo el ánimo de disfrutar de esta experiencia. He venido conversando asiduamente con Salvador Marín, pregonero consagrado.

La presentación del pregón correrá a cargo de Rafael López Taza, ¿qué le pareció su dimisión?

Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Eso sucede -ya se percibe- con López Taza en la Agrupación. Parece que su lenguaje cofrade no es entendido por el resto de dirigentes de la Agrupación. Hemos perdido una mente superlativa en San Julián; minaron su ánimo y entrega hasta que dijo «basta». Trabajé con él en el Año de la Fe y por ello, más incluso que un gran cofrade, se ha marchado una gran persona.

La meteorología prevé lluvia para el sábado ¿va a meterse en muchos charcos?

Si por meterse en charcos nos referimos a hablar con sinceridad y a exponer mis pensamientos sobre asuntos espinosos, tanto cofrades como sociales, sí, rotundamente sí. No me agradan los pregones vacíos de compromiso. El intento de consumar la belleza en el papel no está reñido con meter el dedo en las llagas que sangran.

Si fuera su potestad, ¿a quién nombraría pregonero de la Juventud y de la Semana Santa para el año que viene?

El año que viene será el año de la Virgen del Rocío, que cuenta con una cantera a considerar. Me mojo: optaría como pregonero de la Juventud por alguno de ellos, y por ofrecer un nombre, me gusta la claridad de ideas y el desparpajo de Francisco Javier Criado. En cuanto al de Semana Santa, por su excelencia literaria y madurez cofrade, Salvador Marín Hueso ya pide su turno. Espero igualmente con ilusión el día en que sea nombrado Alejandro Cerezo.

¿Le veremos en las tablas del Cervantes dentro de unos años?

Ojalá. Desde pequeño me ha fascinado la figura del pregonero; nada como cantar a tu tierra y tu gente. Espero, eso sí, que tarde. Al pregón de la juventud cofrade no podré ir de la mano de mi padre; espero que ese día lo haga de la mano de mis hijos. Tampoco me obsesiona; será el pregón más importante, pero el de hoy será el más especial. Cosas mías.

@rubeng2310