­Últimos redobles de la Semana Santa. La Costa del Sol descorcha al fin el tapón de la temporada alta del turismo, aunque esta vez sin atisbo de la vieja ansiedad que hacía mirar el inicio de la primavera como si fuera una tabla de salvación. Pese al paro y la permanencia de la crisis, el optimismo se ha apoderado de la provincia. Y, además, por motivos que van más allá del simple ejercicio de fe.

Los datos cosechados durante el pasado invierno, en el que el sector, por momentos incluso contra pronóstico, no paró de mejorar, son una auténtica garantía para los próximos meses. Por primera vez desde que el sistema empezó hacer aguas en la Costa del Sol todos -incluidos los gremios menos dados históricamente a la euforia- hablan de crecimiento. A diferencia de otros años, el periodo que resta para noviembre no es visto como una oportunidad de oro para compensar las pérdidas, sino a modo de prolongación de unos resultados en positivo que se alargan ya desde mayo de 2013. La sensación generalizada es que el verano viene fuerte. Tanto como para abatir las contingencias que con frecuencia zarandean al turismo, una actividad que nunca se comporta como una ciencia exacta, y en la que cualquier movimiento puede desencadenar en teoría un cambio de tendencia general.

La solidez de las previsiones se observa por ejemplo en las compañías aéreas, poco propensas, como es lógico, a rascarse el bolsillo si no están convencidas de la firmeza de su planificación. La apuesta entre finales de marzo y noviembre es extraordinariamente generosa con Málaga, donde se pondrán a la venta un 5 por ciento más de asientos, lo que deja entrever la confianza de las empresas en la Costa del Sol.

Si se cumplen las expectativas de las compañías, el aeropuerto moverá a más de 11,5 millones de pasajeros, a los que se unen la nada desdeñable cantidad de visitantes que llega cada año por el resto de medios de locomoción. Miguel Sánchez, responsable turístico en la patronal andaluza, espera que se mantenga la bendita dualidad que marcó el salto adelante del pasado curso en el sector: un mercado internacional pujante, fiel al estilo del último lustro, y la gran sorpresa, un turismo nacional que, al menos en la provincia, parece enganchado a la recuperación. «Creemos que se seguirá con la misma inercia. Y con más viajeros holandeses y belgas, además de británicos y alemanes, que para nosotros representan un papel fundamental», señala.

Gonzalo Fuentes, secretario autonómico del área en CCOO, interpreta la resurrección de la demanda nacional como la verdadera huella del punto de inflexión. Hace poco más de un año, el fin de la Semana Santa abría una etapa que se presumía una incógnita y que finalmente reportó unos resultados espectaculares. Ahora, y después de un invierno alejado de las penurias habituales, la Costa del Sol rezuma convicción. Incluso mucha más de la que se exhibe de puertas para afuera, donde el entusiasmo, como es natural, se suele atar en corto y casi siempre en el estante de la prudencia. «En el primer trimestre hemos crecido por encima de dos dígitos. Los indicios, en principio, son inmejorables», exclama el sindicalista.

La buena marcha del turismo inunda también a otros sectores que, al menos en Málaga, funcionan de manera tangencial. El comercio, que todavía no da síntomas, ni remotamente, de una reactivación tan poderosa, recupera la confianza. Enrique Gil, presidente de Fecoma, reconoce que la facturación, muy dependiente del poder económico de los españoles, sigue siendo baja, aunque con expectativas de mejora para los próximos meses. Sobre todo, por la vuelta gradual a la normalidad de los trabajadores que, a pesar de no perder su empleo, redujeron drásticamente sus gastos por miedo a verse afectados por el vendaval.

En la construcción, muy alicaída, la temporada alta también se advierte como una ocasión para darse una alegría con una de sus ramas que mejor funcionan: la venta de propiedades a extranjeros, íntimamente ligada al turismo residencial. José Prado, presidente de la ACP, se añade al grupo de los optimistas, apoyado, además, en la subida del 27 por ciento registrada en el año anterior.

La Costa del Sol confía en que en este curso se repita también el comportamiento del pasado septiembre, que en 2013 dejó de representar un puente entre el verano y el otoño para funcionar al ritmo de los meses más cálidos. En el horizonte de la temporada, sin embargo, se entrevén algunas dificultades extra como la celebración del Mundial de Brasil o la tímida resurrección turística de competidores golpeados por la inestabilidad como Egipto. De momento, ninguna dificultad imbatible. El turismo parece dispuesto a brillar.

Mercados diferentes, pero al alza

El sector turístico confía en la pujanza de sus mercados predilectos, que ya el pasado año mostraron una tendencia denodada hacia el crecimiento. Británicos y alemanes se antojan en el motor de las cuentas. Y, sobre todo, con nuevos crecimientos en el horizonte. También proseguirá el avance de los llamados mercados emergentes. Principalmente, el ruso, que ha multiplicado sus plazas disponibles para viajar a la Costa del Sol. En cuanto a la demanda nacional, apática en los últimos años, los agentes de la provincia pronostican un nuevo paso adelante. En 2013, entre junio y septiembre, se batió el récord de pernoctaciones (6.663.960, un 6,98 por ciento de subida).