­La iglesia de San Jacinto de Macharaviaya no se corresponde con la de cualquier otro municipio de apenas 500 habitantes. Sus dimensiones, las que permitieron que más de 200 personas viviesen ayer de primera mano la celebración oficial del Día de la Provincia, recuerdan el enorme poder económico que llegó a albergar este término en el siglo XVIII, como consecuencia del legado que dejó en la localidad axárquica la familia Gálvez y varios de los que permanecen como héroes en tierras norteamericanas.

La Diputación quiso ayer rendir homenaje a uno de los personajes históricos imprescindibles para la provincia, pero que aún es hoy por hoy más conocido en ciertos enclaves de Estados Unidos que en la propia Costa del Sol. Así eligió el pueblo de nacimiento de Bernardo de Gálvez, el vecino más ilustre de entre todos los que hayan llevado consigo el gentilicio de macharatungo.

Como rememoró el presidente de la administración provincial, Elías Bendodo, se trataba de saldar una deuda histórica con el municipio al que se accede desde autovía A-7, a través de siete kilómetros de serpenteante trazado y que conectan su casco histórico con la localidad rinconera de Torre de Benagalbón. El antaño «pequeño Madrid» volvió a vestir sus mejores galas, acogió vehículos oficiales como nunca, y se dispuso a servir de escenario excepcional a la entrega de las Medallas de Oro de la Provincia.

Fueron galardonados esta vez el golfista Miguel Ángel Jiménez; el escritor, poeta y articulista Manuel Alcántara, la fiscal delegada de Andalucía de Violencia contra la Mujer y fiscal decana de Málaga, Flor de Torres, y el colectivo de personas que hacen posible cada Semana Santa la celebración, desde 1951, de El Paso de Riogordo. El presidente del ente provincial, en presencia del alcalde de la localidad, Antonio Campos, y de otras autoridades provinciales, como el subdelegado del Gobierno, Jorge Hernández Mollar, o el delegado del Gobierno andaluz, José Luis Ruiz Espejo, reivindicó una provincia «ambiciosa, osada y valiente». Y precisamente recuperó de la memoria la pujanza industrial y cultural de la que gozaron encalves como Macharaviaya en otras épocas.

Numerosas autoridades subrayaron, en este mismo sentido, la «idoneidad» de haber elegido el pueblo axárquico para contribuir aún más a la difusión del papel que llegó a tener Bernardo de Gálvez y su familia en la eclosión de la Costa del Sol como enclave internacional. Y en este mismo sentido, aunque en el periodo actual, Málaga le debe también mucho a uno de los deportistas más laureados por todo el planeta.

Porque el golfista churrianero Miguel Ángel Jiménez, que con medio siglo de vida firmaba días atrás su mejor resultado en el prestigioso Masters de Augusta, se ha ganado también a su manera el título de héroe en Estados Unidos: fue TT en Twitter durante las últimas horas del torneo, al disputar el título a los favoritos. En una provincia que tanto le debe al golf hoy por hoy, en cuanto a su capacidad para atraer turistas de medio mundo, Bendodo explicó que Jiménez «encarna el espíritu de superación, esa falta de complejos y esa osadía que debemos emular».

También se refirió a Alcántara con palabras que hacían justicia a lo mucho que atesora el escritor malagueño: «Es decano de la columna en la prensa española, que sigue conquistando cada día a sus cientos de miles de lectores en todo el país». Y no menos justificada, valga la expresión, fue la elección de la fiscal Flor de Torres, almeriense de nacimiento pero malagueña de «corazón», para recibir otra de las medallas entregadas ayer en el altar mayor de la parroquia de San Jacinto. «Ella es una heroína en la lucha contra la violencia de género», expresó el propio Bendodo en referencia al papel de la galardonada como Fiscal de Andalucía ante esta lacra.

Para glosar El Paso de Riogordo tomó la palabra el concejal y vocal de su municipio en la Mancomunidad, Antonio Gavilán, al que ya conocimos como Poncio Pilatos cuando este diario empezaba a salir a la calle. Podían haber hablado de esta experiencia con más de 60 años de historia cualquiera de los miles de vecinos, de padres a hijos se hereda la condición de actor aficionado, que hacen posible una representación sobre la Pasión de Cristo que es Fiesta de Interés Turístico Nacional y Fiesta de Singularidad Provincial. Pero fue Gavilán el que despertó las primeras emociones de la mañana.

Y luego recibió la medalla Emilio Sánchez, como presidente de la agrupación local encargada de organizar El Paso, para recordar que un «pedacito» de ese premio debería entrar por cada puerta, a cada domicilio de Riogordo -localidad donde hasta algún vecino centenario recuerda cómo empezó todo, allá por 1951-. Hubo otros dos premios ayer, en forma de escudos conmemorativos. Uno fue para la propia Asociación Bernardo de Gálvez, que tanto esfuerzo dedica a promover la figura del héroe entre la Málaga actual e incluso en el país que tanto le debe, respecto a su Guerra de la Independencia. Y el otro fue entregado a Jaime Pimentel, escultor malagueño que a través de su arte ha conquistado también mucho territorio al otro lado del Atlántico. Aunque su última conquista, de la que seguro que está más que orgulloso, es haberle devuelto Gálvez a Macharaviaya (en bronce).