­El Ayuntamiento de Málaga trasladó ayer al Foro de Turismo de la ciudad, órgano de consulta en el que está representados los principales agentes del sector, la necesidad de prevenir y buscar respuestas a medio y largo plazo que permitan distribuir la carga de turistas que recibe a diario el Centro; una zona en la que, como quedó patente en el informe reciente del OMAU desmenuzado en las páginas de este periódico, se ha transformado radicalmente en los últimos años, hasta el punto de ver asomar en su futuro el fantasma del colapso y de la burbuja de bares y restaurantes.

Según informaron fuentes municipales, el concejal de Turismo, Damián Caneda, planteó a los miembros del foro el debate con la intención de estimular nuevas ideas y con un eje central en su exposición, el de apostar por la diversificación y el fomento de zonas susceptibles de convertirse en una alternativa y un complemento a las visitas al Centro. En este sentido, el edil se mostró convencido de la capacidad de la ciudad para generar nuevos reclamos, ya sea a través de otros distritos como de actividades diferentes, caso de la naturaleza.

Para Caneda existe una zona especialmente indicada para expansión turística: el distrito Este, con la playas de El Palo, Pedregalejo y los Baños del Carmen, como posible polo para descargar el Centro. No es la primera vez que el concejal manifiesta su interés por mejorar la afluencia de visitantes en estos barrios; de hecho, se trata de una de las propuestas rechazadas por la Junta en el inventario de obras aprobadas en el Plan Turístico Ciudad de Málaga. El edil confía en que en el futuro, quizá sin los actuales agobios presupuestarios, la idea de remodelar el litoral oriental de la capital sea retomada. Mientras tanto, apuesta por organizar actividades culturales que atraigan a un mayor número de turistas.

El informe del OMAU, elaborado por Pedro Marín en el contexto de nuevas propuestas de la Agenda 21, alerta de la excesiva concentración de bares y restaurantes en algunas calles del Centro y se declara a favor de un modelo turístico más armonioso, en el que el negocio sea compatible con la calidad de vida de los ciudadanos. Caneda cree que con las actuales cifras de crecimiento de la ciudad, que permiten casi descartar un cambio de tendencia a corto plazo, sería positivo reflexionar sobre cómo manejar la evolución de la nueva gallina de los huevos de oro. O dicho de otro modo, anticiparse a la irrupción de futuros problemas.

Otros enclaves

En ese debate sobre el futuro, el edil no elude el desarrollo de otros puntos todavía alejados de los principales circuitos turísticos. Es el caso de las playas de Huelin, La Misericordia y del paseo marítimo Antonio Machado, cuya promoción el concejal supedita a una segunda fase posterior a la de los Baños del Carmen y Pedregalejo. El Ayuntamiento incluirá este verano en uno de sus folletos de promoción la oferta de sol y playa de la capital, casi siempre a rebufo de atractivos más afortunados como los municipios de la Costa del Sol o la ruta museística y gastronómica del Centro.

En su trabajo de investigación sobre las amenazas urbanísticas de las calles señeras de la ciudad, Pedro Marín identificaba riesgos como el ruido, la alta densidad de establecimientos o el éxodo vecinal, cada vez más vinculado en la hoja de la estadística con la proliferación de la movida nocturna. El documento, de carácter consultivo, se inclinaba por soluciones como la que se puso en marcha en los ochenta en Pedregalejo, donde se fijó un umbral de saturación que impedía superar un límite por calle en el número de locales. Además, demandaba mayor regulación e incentivos como un nuevo gravamen en el IBI para los propietarios que mantengan sus propiedades sin uso.