Imaginemos a un alumno oteando el cielo y los tejados de la despejada Málaga del XVIII desde la girola de la actual iglesia del Santo Cristo de la Salud. Desde 1572, en la calle Compañía -llamada así en recuerdo de la Compañía de Jesús- se encontraba la iglesia y el colegio de San Sebastián, fundado por los jesuitas. Ese alumno utilizó el mismo telescopio portátil de Gregory que ahora muestra, con evidente orgullo, el profesor de Física Manuel Narváez, del colegio de San Estanislao, y lo muestra en ese mismo edificio, el antiguo colegio de San Sebastián, actual sede del Ateneo de Málaga.

Los jesuitas fueron expulsados de España por Carlos III en 1767 y regresaron hace casi 200 años (en realidad, en 1815). Para conmemorar estos dos siglos, los jesuitas han vuelto a su antiguo colegio, luego Escuela de Náutica, con la exposición Jesuitas en Ciencia. El viejo telescopio, utilizado más tarde por los alumnos de Náutica, probablemente durmió el sueño de los justos en un almacén del Obispado hasta que fue entregado al colegio de San Estanislao de Kostka en 1882. Se trata del telescopio de Gregory más antiguo de Andalucía.

La exposición tiene como plato fuerte una selección del actual museo del colegio, el antiguo gabinete de ciencias formado por unas 300 piezas expuestas y 200 almacenadas, un gabinete de aparatos científicos recuperado y prestigiado gracias a la labor incansable de Manuel Narváez, hoy profesor jubilado.

La muestra, en el primer piso del Ateneo, se encuentra por cierto a pocos metros de la antigua aula de Filosofía, hoy el salón de actos de la institución cultural.

Jesuitas en Ciencia incluye una selección de 21 aparatos científicos, además de fósiles y minerales. La mayoría de los aparatos guardan relación con los jesuitas cuyas investigaciones los hicieron posibles. Por ejemplo, el mencionado telescopio de Gregory. «Se basa en el trabajo que escribe el matemático jesuita Niccolo Zucchi», cuenta Manuel Narváez, que además comenta que el padre Zucchi le regaló al astrónomo Johannes Kepler un telescopio, imprescindible para unas investigaciones que cambiarían el concepto del mundo.

También se exhibe una vieja escafandra, en recuerdo del jesuita Caspar Schott, «que dijo que se podía ir sumergido por el lecho de un río con una campana especial».

Manuel Narváez señala una vitrina al fondo de la sala. Se expone nada menos que la primera emisora de telegrafía sin hilos que emitió en España. «Al menos la primera de la que hay prueba documental, porque en 1900 se hizo una demostración en el colegio delante de las autoridades», precisa.

Rayos X portátiles

Otra historia muy curiosa tiene una modesta maleta con un aparato portátil de rayos X. Fue patentada en Estados Unidos por el ingeniero español autodidacta Mónico Sánchez, una máquina vendida en España entre 1909 y 1912, porque en 1914 los franceses, con el estallido de la Gran Guerra, compraron todas las existencias.

Otra maleta con diferentes lentes servía para demostrar las propiedades de la luz. Una de ellas, la transmisión por difracción, fue demostrada por el jesuita Grimaldi. Newton primero lo negó y luego le dio la razón.

Las investigaciones científicas de la orden pueden seguirse en inventos como la linterna mágica, con proyecciones fijas en movimiento para explicar a los alumnos del XIX cómo funcionaban las mareas. Hasta el próximo 29 de mayo los jesuitas seguirán en su antiguo colegio cargados de saber.