­Un indigente de origen alemán acabó ayer presuntamente con la vida de un policía nacional que, junto a un compañero, trató de identificarlo para detenerlo luego a la altura del número 1 de la calle Frigiliana, en la Carretera de Cádiz pasadas las seis de la tarde. Cuando la pareja se acercó a él, el mendigo se revolvió y dio una puñalada en el pulmón a uno de los funcionarios, que cayó al suelo de inmediato. La cuchillada le rozó el corazón. Los sanitarios del 061 trataron de reanimarlo durante media hora, de hecho lograron estabilizarlo y llevarlo hasta Carlos Haya, hospital al que llegó en estado crítico cerca de las ocho de la tarde. Ni siquiera pudo ser operado a vida o muerte. Falleció pasadas las nueve de la noche.

El agente fallecido en acto de servicio tenía 33 años de edad y se llamaba Francisco Díaz Jiménez, Paco. Llevaba nueve años en el Cuerpo, estaba casado y tenía una hija de dos años. Nacido en Málaga en septiembre de 1980, ingresó en la Policía Nacional en 2004 y actualmente pertenecía a la Unidad de Prevención y Reacción (UPR).

La Policía Nacional buscaba al mendigo germano, que llevaba varios meses viviendo en esa concurrida zona, desde hacía varios días, pues era un viejo conocido de los agentes. Sin ir más lejos, en la noche del martes hicieron una batida para localizarlo, pero no hubo suerte. Sin embargo, ayer pasadas las seis de la tarde, Paco y su compañero lo divisaron junto a un bazar chino de la calle Frigiliana, lo abordaron y el indigente, de 36 años, se revolvió sin que mediase palabra y alojó su cuchillo en el pulmón del funcionario. Al menos presentaba una herida de arma blanca. El indigente es Stefan Reinert, nacido en Merzig, Alemania, y mide 1,85 metros. Recientemente había agredido a un policía local, tiene 36 años, es violento y probablemente tiene problemas psiquiátricos.

Su compañero reaccionó rápido. Sacó su pistola y disparó a las piernas del mendigo. Evitó tirar a matar. Logró alcanzarle, pero no bastó para parar su huida, que discurrió por la avenida de Velázquez y acabó en la calle Gaucín, junto al antiguo bingo El Torcal, donde cayó exhausto. Un disparo perdido del agente recorrió decenas de metros para alojarse en el hombro de F.J.S.B., un varón de treinta años que repartía carne. Éste fue trasladado también al Carlos Haya, donde al cierre de esta edición esperaba ser intervenido. Su estado no revestía gravedad. Una esquirla de otra bala rebotada acarició la cabeza de una mujer, M.R.C.C. (28 años). Fue atendida en el Clínico, sin que hayan trascendido datos sobre la gravedad de sus males, aunque en principio no parece tener grandes problemas.

El escenario pasadas las siete de la tarde de ayer era dantesco. El compañero, tras disparar en cuatro o cinco ocasiones a las piernas del mendigo, echó la chaqueta sobre el herido y trató de mantenerlo con vida, según testigos presenciales. Rápidamente llegaron a la zona tres ambulancias del 061 y decenas de policías nacionales y locales. Los segundos se pusieron a regular el tráfico y los primeros a acordonar un amplio perímetro de las calles Gaucín y Frigiliana para inspeccionar la escena de autos, que se desarrolló en las dos arterias con la mediana de la Carretera de Cádiz.

A las 19.35 horas una ambulancia se llevó al agente, entonces herido crítico, a Carlos Haya, y poco después salieron otros vehículos sanitarios con el carnicero que tenía un balazo en el hombro, el agresor y la joven. El indigente fue conducido al Hospital Civil. Presentaba heridas por arma de fuego y blanca, posiblemente producidas al manipular el cuchillo. Luego fue llevado a Carlos Haya, en concreto a las 22.00 horas, lugar en el que se localiza la unidad de cirugía torácica. No en vano, la herida de mayor gravedad la tenía en el tórax. Era un disparo. Al cierre de esta edición los cirujanos estaban operándolo. Por sus secuelas, los especialistas creen que el funcionario policial no disparó a matar. No corre peligro.

El detenido deambulaba desde hace tres meses por la zona, pedía en la puerta del Mercadona y tenía aterrorizados a otros sin techo. Con ellos se peleaba frecuentemente y llegó a pegarle a un policía local hace unas semanas. Lo estaban buscando. La Policía Nacional le seguía la pista, y en la tarde de ayer lo encontraron. Tenía una orden de busca y captura aunque no necesariamente por la agresión al agente municipal.

El fallecido pertenecía a la Unidad de Prevención y Reacción de la Policía Nacional (UPR), en la jerga policial se les conoce como dragones, y suelen apoyar en la represión de la delincuencia a otras unidades. Expiró precisamente cuando el subdelegado del Gobierno, Jorge Hernández Mollar, el delegado de la Junta de Andalucía en Málaga, José Luis Ruiz Espejo, su familia y otras autoridades policiales habían acudido al Complejo Hospitalario Carlos Haya para preocuparse por su salud.

Inspección ocular La Policía Científica, en concreto miembros del Laboratorio de Actividades Especiales, llegó rápido a la zona, al igual que investigadores del Grupo de Homicidios. Rápidamente estos inspectores comenzaron a recabar información de los testigos presenciales, a inspeccionar ocularmente la escena del crimen y a recoger restos biológicos, amén de trazar la trayectoria de los disparos. Algunos policías nacionales lloraron de la impotencia ante lo sucedido, y otros conminaban a la prensa a no retratar esa escena precisamente por la dureza de lo sucedido.