2.787 kilómetros de distancia entre Málaga y Viena. 37 personas dispuestas a coger un avión hasta la capital austríaca para llevarle a Alejandro un trozo del Chiringuito Los Cuñaos, ubicado en El Palo. Tres kilos de sardinas. Una barca donde hacer espetos exactamente igual a la del famoso bar especializado en frituras de pescado. Perro incluido. Y un entrañable propósito: hacerle recordar al malagueño el olor y el sabor de unos buenos espetos.

«Siéntete cerca de los tuyos aunque estén a miles de kilómetros de distancia». Así reza el lema utilizado para la campaña La Casera Mensajera, lanzada por la empresa de refrescos española hace mes y medio. Esta iniciativa con sabor a Españoles por el Mundo y el mítico programa Sorpresa, Sorpresa nace con la idea de llevarle a aquellos españoles expatriados en alguna ciudad de Europa algo que sus familias crean que echan más de menos. En cuanto el primo de Alejandro se enteró de dicha iniciativa se puso en contacto con la compañía, que aceptó las condiciones del envío con los ojos cerrados.

El anuncio, que ya tiene más de 400.000 visitas en Youtube, cuenta la historia de Alejandro, un joven malagueño que se trasladó a Viena persiguiendo el amor y la aventura. Al final terminó encontrando trabajo y se asentó allí. Ale -como le llaman sus más allegados- pensaba que no se iba a poder tomar ni un sólo espeto este año. Lo que no sabía es que su familia y amigos iban a ponerse en contacto con La Casera para llevarse, literalmente, un chiringuito a cuestas hasta Viena.

«Se volvía loco con el olor de las sardinas», explica Remedios González, una de las dueñas del negocio familiar que nació hace 32 años en el paseo marítimo del Pedregal. «¡Quién se habría imaginado que la Casera viniera a grabar aquí!», exclama González, que ha atendido en cuestión de dos días a varios medios. «Ha venido gente de Almería en busca del chiringuito porque vio el anuncio. ¡Lo que es el mundo de Internet!», comenta expectante el hijo de Remedios. La graciosa propietaria del bar emplazado a ras de la playa, que ha visto crecer a Alejandro, cuenta cómo el «chavea» visitaba el chiringuito con sus padres asiduamente para comer espetos.

En cuestión de dos días los amigos y familiares montaron todo el «tablao» en Viena. «El día que lo quisieron terminar llovió, así que tuvieron que retrasar la sorpresa un día», relata la dueña del chiringuito.

«La Casera lleva un pedazo de Málaga a Viena. La idea era hacer realidad un sueño: hacer sentir a Ale como en casa por unas horas llevándole un trocito de su tierra y a todos los suyos a la ciudad en la que ahora vive: Viena. Y todo, sin que el supiese nada», se explica en el vídeo de 2 minutos y 32 segundos de duración. Un «cuento de hadas a la malagueña» vivido en pleno corazón de Viena, la ciudad que vio nacer a Niki Lauda, Franz Schubert y Sigmund Freud.